DIGNIDAD

jueves, 10 de febrero de 2011

TRAS el TRASiego que el TRASunto TRAStorna


He añadido una “TRAS” al título del libro que anunció Jaime (al anunciarlo él, anunciado quedaba y no lo tuve que anunciar yo, de manera que mi actitud no aparenta petulancia). El añadido, en este caso, es una preposición, no un prefijo. Quiero con ello significar que esto es posterior a la presentación. Y proporciono el título a esto, de paso. No hay más.

El sábado siguiente al del singular acontecimiento que acabo de mencionar, el día 5, acudí a una cita que tenía en la radio con Miguel Mena. Hubo muchas personas que me contaron, después, que el programa había dado la sensación de densidad excesiva. Quizás había mucho que decir, quizás hicieran a Miguel convocar a demasiada gente. No lo sé. El caso es que me quedé con la sensación de no haber dicho nada. Incluso, cuando, explicando cómo era el origen del affaire “cartonero” y, concretamente, iba a describir las características de un libro que había encima de la mesa, me dijo el locutor que no me molestara, que en la radio, por sus características únicamente acústicas, no lo iba a conseguir… para, después, dar él mismo la descripción que yo había pretendido, es decir, que en el reverso de la tapa se podía ver la procedencia del cartón reciclado: había sido, en otra vida, una caja de botellas de un licor espirituoso (¿se le dice así al güisqui?). O sea, que no me sentí bien, se quedó mucho por decir y, quizá, se dijeran cosas que no sé muy bien el interés general que puedan tener, como lo de mi nacimiento, por ejemplo. Y, ojo, que no vitupero ni, mucho menos, vilipendio al Mena, que me cayó muy bien el mozo en persona –por su obra ya lo conocía: hace tiempo que leí dos de sus libros y me parecieron hermosos y excelentes-.

Empero, me alegré de que no me preguntaran acerca del tema que se había estado terciando en la primera parte del programa, porque era el “medio ambiente” y yo hubiera dicho, para empezar, que no me gusta decir así el concepto al que se alude con ese término, pues me parece redundante: con decir medio, o con decir ambiente, está dicho lo que se dice con los dos vocablos juntos. Acaso juntarlos, al menos en un principio, pudo hacerse para dar más solemnidad o hacerlo más ostentoso, más rimbombante. No sé. En todo caso, como digo, menos mal que no me hicieron hablar dello.

Al cabo, cuando salimos de allí, me encontré con el candidato del PP, con Miguel Ángel Francés Carbonel. Hablamos de qué sé yo cuántas cosas mientras vermuteábamos opíparamente. Y le dije que, justo el día anterior, había leído el periódico y me había encontrado con manifestaciones de entusiasmo por parte de la Merkel respecto al modo en que España está haciendo los “deberes económicos”. Lo cual no hace más que acojonarme: claro, que te dé la palmadica tal individua, semejante "ideóloga de los asuntos sociales", junto con su colega francés, el marido de la Bruni, es para sospechar que, precisamente, no se han hecho bien los deberes para con los ciudadanos. Le mencioné esto a Miguel Ángel para hacerle ver que me hizo recordar, su lectura de la víspera, las elecciones municipales anteriores, las de hace cuatro años. Sí, porque él trataba de convencerme de que me presentara (algo así como que por el bien del pueblo –otro usando tono solemne-). Me resultó muy curioso, pues es claro y notorio que, de hacerlo, no hubiera sido como correligionario suyo, por lo que colijo que me ve absolutamente inútil para los menesteres consistoriales, dado que, siendo como hubiéramos sido adversarios, lógico parece que sea preferible tener enfrente un oponente al que se pueda vencer con facilidad que a otro con superior peso (político) o calidad.

Y aún nos reímos otro rato, recordando cosas.

Él, aparte de los primeros escarceos por el Arba o las Eras, los domingos, juntando todas las perras de todos los amigos para comprar tabaco, nunca ha fumado (yo sí, aunque lo dejé hace tres meses y medio y así espero seguir). Pues eso, que no entiendo por qué se quejan los hosteleros tanto si van a ahorrar merced al tabaco: no tendrán que derrochar en avisar de que existe su establecimiento, ni con neón ni con nada, pues con las sillas y el cenicero de la puerta, ya se sabe que ahí hay un bar. Y esos reclamos son bien baratos. Aunque, vista la contaminación que hay en Madrid, ya no sé si se va a permitir fumar en la calle. A lo mejor se replantean la ley y modifican cosillas. Porque, puesto que los pensantes legisladores son tan agudos –recuerdo que hay zonas hospitalarias, al aire libre, en las que no se permite fumar, que son aptas, sin embargo, para la circulación rodada-, lo mismo reconsideran lo del bien común y no se deja fumar por la calle, deduciendo que la alta densidad en mierda del aire que se respira en las ciudades grandes es consecuencia de lo que fuma el personal fuera de los establecimientos, o sea, en sus calles.

Qué sabe nadie, como dice mi amigo Miguel –el Cervantes-.

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