Cavilando ante el panizo
El
lunes pasado, por fin, tras quién sabe cuánto, volví a correr con Mateo. Me
hube lesionado y, después de tanto tiempo, tiempo en el que él ha seguido
entrenando y mejorando mucho, no se le ocurre otra cosa que “denostar mi
folganza” por no escribir desde mayo. Me sentó mal. Puede que porque tenía
razón, pero yo me defendí arguyendo que no se me ocurrían más que cosas que
salían en todos los medios, feas o poco agradables y muy repetidas, así que yo
sólo hubiera conseguido abundar, aburrir… y, quizás, amargar a quien quisiera u
osara leer.
No
obstante, le dije –y porque creo, insisto, que tenía razón y he decidido que
vuelvo a escribir y ya está-, ya que te atreves a vilipendiarme, escribiré de
lo que hablemos durante el recorrido por los caminos sin sol –por el humo que
se interponía, proveniente del Moncayo- de Tauste, así que gasta cuidado.
Habló
de Amparo Baró, que ha recibido un premio como actriz en Mérida, y yo recordé
cuando estuve allí, hace dos años, viendo la representación de Lisístrata. Le
dije acerca de mi indignación de las farsas vitales: los Borbones y su cohorte,
que están todo el día representando sus pamemas, con buenos sueldos, y sin
preguntar a nadie si queremos que sigan con sus monsergas. Que dan un pésame: “…
manifestamos nuestro más hondo pesar…”, que dan un premio: “… queremos hacer
llegar la más grande de las alegrías…” Joder, estas gentes han de ser los más
en todo. Pero no se les ocurre irse lo más lejos que se pueda. A tomar pol culo
o no, que me da igual, pero irse y lejos parece lo propio. Me dan vergüenza
cuando los veo, a ellos y a los que se inmiscuyen en la pantomima que
representan, poniendo “caricas”, haciendo gestos protocolarios… en fin, dándose
importancia y dando importancia a las zarandajas más sublimes: haciendo lo que
mejor hacen, el ridículo. Son ridículos. Aparte de unos sinvergüenzas. Y la
gente, jodida, sin ganas de levantarse muchos días de la cama. ¡Se creen
importantes, trascendentes, oye! Y están todo el día haciendo unas
declaraciones de una grandilocuencia absolutamente absurda. Porque, en fin, yo
vería sentido a un monarca con rasmia, violento, agresivo, absolutista, ruidoso,
que gobernara con mano dura, como corresponde, que no consultara a nadie lo que
quisiera hacer, que enarbolara una espada y arengara a sus huestes contra quien
le contrariara lo más mínimo, fueran elefantes o cualquier otra cosa. Lo que
define a un rey, vamos. Pero a que sea el jefe de un estado que es, según se
dice, demócrata, pues como que no le veo sentido ni lógica. En una democracia,
¿para qué se quiere un rey, una figura que representa un papel sin que haya
hecho meritaje o casting o como se llame, ni se someta a los aplausos o los
abucheos, y que encima dé la misma herencia, poder recibido por el dictador y
asesino anterior, a los de su ralea? Y me enardece ver al Felipito hablar
solemnidades sobreactuando, representando un papel que no se cree, sonriendo de
medio lado, enarcando, con cara de guasa, una ceja, como riéndose de todo y aún
más, pues cobra, y no poco, de todos ésos que le aplauden y de todos los demás,
los que ni le aplaudimos ni verlo queremos. Es decir, es contradictorio que se
pague por representar una obrita, un sainetillo malo, a quien no se ha elegido
para ello… Sin embargo, ahora que lo pienso, para la mierda de democracia que
tenemos, que los bobos Borbones estén ahí lo dice todo –¿bobos digo? Sí, sí:
tontos, tontos, mierda, mierda-.
Y,
aproximadamente por la higuera de la Canaleta’l Indio, vimos unos paquistaníes
paseando y me recordó, supongo que para hacerme cambiar de tema y de
vehemencia, que dentro de unos días, en septiembre, las personas que no tengan
papeles, no serán atendidas por el Seguro. Que podrán ir a la privada, o ser
atendidos en la Pública, pagando 710 €, o 1.864 si tienen más de 65 tacos. Anda
que… si no tienen papeles, ¿de dónde sacarán ese parné? Por un lado, le decía a
Mateo, yo veo, como sucediera ya cuando gobernaba aquel Ánsar, aquel payasete -o
payasito fantasmón, no sé muy bien cuál le va a semejante malasombra
mequetrefe-, que el estímulo hacia todo lo privado es flagrante –cuando aquel pérfido
personaje gobernó, se incrementó la Seguridad Privada “el que quiera seguridad,
que se la pague” decía el mamón, y descendió el número de policías y
guardiaciviles, pues no había ni oposiciones ni nada-. Y, en lo concreto de lo
que hablamos, además, se trata de potenciar el Fraude Fiscal, que parece, por
cierto, que es el lastre real de la economía, depauperada por chorizos, de este
país. ¿Qué por qué lo digo? Pues mira: si el personal que no tiene papeles ha
de pagar las consultas, el canon ése de 710 € o un seguro privado, ¿de dónde
sacará el dinero? Evidentemente, de trabajar “en negro”. ¿Y no es eso la
Economía Sumergida, el Fraude Fiscal? Y, por cierto, además de atestar las
Urgencias –que, que se sepa, no eran los inmigrantes la mayoría de los que las
usaban, ni son los que más uso de la Sanidad Pública han hecho hasta ahora, que
hay datos que avalan lo que digo-, por esta tontada de Ley de la Mato ésta, la
otra ley, ésa a la que alude de los años 80, ésa que dice que se cobrarán los
servicios “prestados” –lo dijo ella, lo entrecomillado, textualmente, y yo lo
pongo adrede, ya se verá por qué-, es una ley que, en forma resumida, venía a
decir que se cobrarían a los sistemas sanitarios de sus países los servicios
proporcionados al personal extranjero… recuerdo que existía un documento
llamado “Compromiso de Pago”. Pues bien, se llegó a ni siquiera mandar ese
documento a esos países para ser cobrados los servicios, pues ni contestaban
que no iban a pagar. En resumen, los que no tengan tarjeta, dice la estúpida
ministra –deslenguada o lenguaraz en todos los sentidos, incluido en el de
lengua de trapo-, pagarán en el “inte”, como dice la ley de los ochenta. ¿Y los
que tengan tarjeta de otros países, que suelen ser europeos y vienen aquí, a
eso que se ha dado en llamar turismo sanitario, generalmente a que se les trate
de dolencias… digamos más pijas, no las tan vitales –y más económicas- y
necesarias de los “sin papeles”? Pues a ésos, como digo, no se les cobrará la
intervención sanitaria, por tanto, no se les “prestará” el servicio sanitario
sino que, como se viene haciendo, se les “regalará”.