“No
saldrá vivo”. Me dejó pensando en ella esa frase cuando la oí en un avance, o
antecedente resumido, de una película de Quentin Tarantino, Django Desencadenado. Un avance resumido que se llama tráiler. Supongo que vendrá a
querer decir eso, el extranjerismo que acabo de decir: avance resumido. Y
fragmentario, por cierto.
Sea
como sea, cuando la voz que, en castellano, dice lo que dice ese gran actor
DiCaprio en su lengua, dejé de oír, de seguir oyendo, y sólo me sonaba en la
cabeza la frase del principio, “no saldrá vivo”. Me decía si realmente en
castellano no se podría expresar de otro modo, si no con más sentido, sí con
más autenticidad. Porque, me repetía, salir es algo que entraña acción y
voluntad, o sea, adredeidad, algo que es imposible si no se está vivo. Por
tanto, cambiando un poco para que se me entienda por dónde voy, si dijéramos
que “no saldrá muerto” nos damos cuenta de que eso sí es evidente. Y lógico. Y,
si ahora quitáramos la partícula negativa, nos daríamos cuenta de que no es
verosímil, plausible, posible: “saldrá muerto”... podrán sacarlo, pero salir,
per se, es imposible. Por tanto, la incongruencia de la construcción de las
tres primeras palabras de este escrito, así dispuestas, creo que es flagrante,
palmaria o evidente. Que está servida, la incongruencia digo.
No
es que me ponga en contra de incluir terminología extranjera en nuestro modo de
comunicarnos. No me hace gracia, por demás, que se haga si no es preciso, o
sea, si los términos a incluir sustituyen, que no mejoran, complementan o
completan, a los que tenemos. O, lo que es lo mismo, no me importa incorporar
términos de cualquier lengua si no los hay entre los que tenemos, si no los hay
en la que tenemos. Así es como se van haciendo, de hecho o facto, las lenguas
todas. Pero, si los hay, no veo la necesidad de incrustar terminología
extranjera, o sea, extraña. Lo digo, como se ve por lo dicho, refiriéndome a
vocablos y a frases, giros o modismos de cualquier jaez.
Así
pues, y volviendo a aquello por lo que he empezado, para dar a entender lo que
se pretende en esta lengua nuestra creo que hay otras maneras que nos son más naturales,
que son acordes, que van de la mano de la lógica del castellano. Ya digo,
insisto en ello, que no pretendo decir que esté mal dicho, o suene mal, en
inglés, pues supongo que, traducido, así será la natural manera de expresarlo.
Empezando
por explicar lo que, creo, se pretende decir, acabaré diciendo las maneras que
se me han ido ocurriendo en cuanto la frase de marras me ha sacudido las
entendederas. Creo yo que el personaje encarnado por Leonardo pretende dar a
saber al interlocutor al que se dirige que alguien morirá. En el interior de
algún sitio. Es decir, puede que entre vivo, o ya esté en ese lugar. Pero,
dentro, se le acabará ese estado, la vida. También, quizá por el tono, por la
prosodia –y recuerdo una vez más que sólo fue un avance sintético o resumido y
fragmentario- me es dado colegir que el ejecutor iba a ser él, si no lo había
sido ya, o sea, el truncador de la vida del que “no saldrá vivo”.
No
sé si me dejo algo que explique la situación, o que la pueda explicar. Ni
siquiera si es real, dado que no he visto la película e, incluso, ignoro el
argumento. Pero puede servir, por ahora, para seguir con mis cosas.
Para
que el muerto –el cadáver del que vivía, o aún viva, pero sin futuro a largo o,
ni tan siquiera, a medio plazo- cambie de lugar, es decir, deje de estar
dentro, habrá de sacarlo alguien, como digo en algún lugar antes, dado que, al
estar muerto, no puede salir por sí mismo, está inane y no hay posibilidades de
que ese estatus se vea modificado. Ahora bien, muy cinematográfico, o siquiera
contundente, no me parece que quedara decir, para cambiar la frase lapidaria
con la que empiezo el comentario, por ejemplo: “Tendrás que sacar el cadáver de
John”, “Jimi (o Jimmy) sacará el cadáver de John, porque solo no puede salir,
pues lo voy a matar –o ha fallecido, el pobre- y, claro, dentro acabará oliendo
mucho y mal, compréndeme, Joe”.
Veamos,
pues, sin sorna, cómo podría quedar la frase, la comunicación que se pretende,
o que pretende el bueno de Leonardo DiCaprio, para que pueda ser suficiente y,
además, cinematográfica, es decir, tirando o tendente a lo más chulesca que se
pueda. Si se quiere informar a alguien de que John pudiera salvarse si Joe obra
de distinta forma de la que parece que intenta, podría decirse: “Si te vas a la
mierda sin molestarme, John podrá seguir con su trabajo de vendedor a domicilio
de máquinas de coser por ahora, porque yo no seré quien lo mate. O sea que, si
no te vas a la mierda ahora mismo, Joe, que parece que hay que explicártelo
todo, sucederá lo contrario: mataré a John. Tú eliges.” Si, en cambio, no se
dirige a Joe de tú –cosa imposible en inglés, según tengo entendido, pues
parece que no existe eso de tutear, dado que no existe el usted- y la amenaza va
para él, la frase es más sencilla y contundente: “Caballero, si no se va a la
mierda, lo mataré dentro y alguien sacará su maldito cadáver, para que no me
deje el pestazo a putrefacción en el interior de mi palacio, de manera que
cesarán sus posibilidades de seguir molestándome tanto dentro como fuera de la
casa.” Hay muchas posibilidades, tantas como se prefieran, más o menos
contundentes y chulescas; como si, por ejemplo, decimos que la señora de Joe es
la que morirá dentro (entonces, la frase mala habría sido “no saldrá viva” o “con
vida”): “Sindy, tu señora, ha muerto en el establo, así que alguien tendrá que
sacar su bonito cadáver, que me va a asustar a Lucero, mi caballo de carreras
Pura Sangre.” Puede ser porque la haya matado Leonardo, que es muy capaz él, o
algún otro, que con Tarantino no se sabe y cualquier cosa cabe. En todo caso,
quien haya traducido esa frase al castellano, para mí ha estropeado la película.
Aunque se pueda soportar, que ya lo supongo, la ha estropeado, ha bajado la
nota calificatoria: hay tanto profesional de bajo calado, al menos en los
últimos tiempos…