DIGNIDAD

jueves, 5 de octubre de 2017

CUANDO ESCUCHAMOS, PENSAMOS. CUANDO GRITAMOS, NO


            
            Cualquier persona que sea alcalde, o lo haya sido desde 1978, sabe que no puede dejar de cumplir un acuerdo tomado en pleno. Ezequiel Marco Elorri, al que tengo el gusto de no conocer, es el alcalde de Biota, población de la comarca de las Cinco Villas, en Zaragoza. Solicita firmas para que Pedro Santiesteve, alcalde de Zaragoza, niegue a la alcaldesa de Barcelona la estancia en las fiestas del Pilar para recoger una medalla.

            Sabe, desde luego, que no va a surtir efecto en el ayuntamiento de Zaragoza, pero la cuelga. No me meto con su altura intelectual. Sí lo hago, sin embargo, con la capacidad moral. Pongo un ejemplo, para explicarme: ¿qué le parecería, a él y a sus convecinos, si se hubiera decidido en Biota otorgar algún tipo de reconocimiento al pueblo de Ejea, ya digo que sólo lo pongo como ejemplo, por su colaboración en la extinción del incendio de hace dos años en Santo Domingo? Sigamos suponiendo: se decide en un pleno, en el que todos los concejales están de acuerdo, unanimidad se llama, que esa distinción sea una medalla y que se dé en las fiestas de San Miguel. Lo propio es que sea quien representa al pueblo quien la recoja. ¿Le parecería a alguien ético que el alcalde de Tauste recogiera firmas para pedir que no se la dieran, porque le parece cualquier cosa su colega ejeana?

            Pues esto es lo mismo: el ayuntamiento de Zaragoza decidió, unánimemente, homenajear a las poblaciones de Barcelona y Cambrils por lo sufrido y por su comportamiento con motivo de los atentados de agosto –en los que, por cierto, hubo víctimas aragonesas, una de ellas muerta-. ¿Quién representa a esas poblaciones? Las colegas del señor Ezequiel.

            Él lo sabe. ¿Por qué habrá metido la pata así? Se me ocurre que para medrar, para agradar a Lambano I, bien por agradecimiento o por buscar mejor poltrona. Aunque a lo mejor sólo por torpeza. En cualquier supuesto, para mí, su actuación es ruin y estúpida. Agitar al pueblo parece estar de moda.