Estoy seguro: Brey ha
desaparecido. Y lo ha hecho para pensar en abundancia, y hacerlo con
circunspección suficiente, acerca de los consejos que le di en este mismo blog
el día 20 de diciembre pasado sobre la Sanidad. Seguro que sí. Que es eso. Que
es por eso por lo que no se deja ver ni nada.
Había pensado a continuación
seguir dándoselos respecto a la Educación. Sin embargo, he decidido rectificar,
pues es en la Economía en el tema que sus acólitos van mostrando y propagando
sus saberes. Y que escasos, al parecer, no son.
Veamos. Pongamos un ejemplo
simple y a la vez intrascendente en el sentido de que no nos es imprescindible
para vivir: La subida en el canon a satisfacer o solventar cuando se nos ocurre
hacer uso de una autopista ha sido de un 3’2 % -si no me he equivocado al mirar
el dato-. Bien. El argumento esgrimido para justificar dicho incremento en la
tasa ha sido el de que la cosa es deficitaria porque el personal ha dejado de
hacer uso de ese servicio. Y ha dejado de usar ese servicio por serle oneroso.
O sea: el personal, por ser caro usar la autopista, deja de usarla. Por lo que,
como a quien la explota no le sale tan rentable como antes, la grava, con
mayor peso -¿se dirá así en el argot en el que me muevo?-, a quien ese servicio
usa… Y, digo yo, el fin último de esta medida, ¿no será el mandar a
tomarpolculo las autopistas? Es decir, si un bien existente –ignoro lo útil o
imprescindible que pueda ser- adquiere un valor prohibitivo para la mayoría de
posibles usuarios, dejará, por pura lógica, si no de existir, sí de estar en el
mercado.
En fin, se nos incitaba a
consumir. Los más modernos o progres o vanguardistas criticaban el afán
consumista. Y todos estaban en la misma rueda, en el mismo juego –hasta los
rublos, mis eternos dudosos rublos, alguien hay por ahí que sabe a qué me
refiero pues lo he hablado con ella antes… sí, ella, ¿acaso es mejor hablar con
él?-. Pues bien, sin embargo hoy en día las cosas quedan un tanto difuminadas:
es preciso estimular el consumo, si se quiere mantener el estado del bienestar
–cosa que no tiene mucho que ver con el concepto vital liberal, que es el
status que más pareciera pretenderlo, a priori al menos-, porque, si no, muchos
de los que votan ese sistema o régimen se irían, a lo Carpanta, a vivir bajo algún
puente no ocupado. Por dejarlo clarico: si dejo de usar la autopista, habrá
quienes se resentirán en su economía, lo que acarreará que otros también lo
hagan. Los coches durarán –a ver, si no- más, así que se tendrán que construir
menos… habrá menos operarios que los construyan, que compren pan y jamón de
York… así que a qué fin tanta tienda y tanta hostia. Aparte, quién va a poder
comprar nada, salvo los que se están enriqueciendo de tal manera que se inflan
a comprar, como nunca, Rolls Royce, Cartieres y cosas de ésas. En resumidas
cuentas, habrán ganado tanto, habrán esquilmado tanto, que habrá, por el
momento, mucho lujo que adquirir… y nada más. Y, poco después, cuando todos los
pobretones se hayan ido a la mierda, muertos de hambre y de todas esas miserias
que se mueren los que no pueden llegar a ciertos “niveles”, los ricachos que
queden, ésos a los que hayan dejado en esos lugares quienes, merdellones como
ellos, pero sin sus “posibles”, allí los hayan aposentado, también se irán a
hacer puñetas, pues no son comestibles los relojes diamantinos ni los coches
“ultra hósticos”. En fin, que no hay melón, del que opíparas tajadas quieren
tantos, para todos. No, al menos, cultivando el campo de la manera en que se
está haciendo.
Qué majaderos pueden ser los
humanos, sean o no “gentuza”. Qué torpeza nos embarga, nos aniquila y nos pone
en el sitio: en el abismo.
Y luego, claro, hay psicólogos
que se deprimen y eso, no sólo por lo dicho sino también porque ya veremos cómo
acaba la Vicepresidenta del Gobierno (a quien haberle puesto de nombre Soraya
¿no habrá sido una especie de premonición por parte de sus padres en cuanto a
que pueda significar que es la hermana –sor-
encargada –aya- en las casas
principales –Gobierno de España- de custodiar niños o jóvenes –todos nosotros,
vamos- y de cuidar de su crianza y educación?), que pa mí que lo de esta mujer
no es velar por su higiene mental. Y esas vorágines luego se pagan.
Vea, en fin, señor Brey, estos
informes de sabios:
http://www.attacmadrid.org/?p=3276
y hasta la próxima, si me apetece asesorarle más
veces.
1 comentario:
Ya decía Einstein que sólo había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, pero, que de la primera, no estaba muy seguro.
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