DIGNIDAD

martes, 13 de diciembre de 2011

¡Y PASA LA VIDA!




Desde el curso pasado está enseñándome árabe, en la Universidad de Zaragoza, Sharif. O Charif, que es su nombre complicado para transcribirlo -o transliterarlo- en nuestra lengua por el asunto del sonido consonántico primero, mira qué casualidad. El otro día, el 29 de noviembre creo que fue, me enteré de que habían tirado un “cuete” a Israel desde el sur de Líbano –es el país de Sharif-. El siguiente día, sabiendo que pretendía pasar algunos con su familia de allá, le dije que si estaba seguro de que era seguro viajar con esas condiciones. Me explicó que no creía que hubiera problemas, pues Israel, que está por el gobierno Sirio, tendría complicado explicar sus posturas con uno y otro país ante el mundo. Yo, como ni entiendo ese meollo ni me parece que a Israel le importen mucho las apariencias o la diplomacia, le dije, preocupado, que, en todo caso, como he oído muchas veces en Málaga decir, “gastara” cuidado. Esta mañana, antes de empezar la clase, me ha dicho que, al final, no se fue. Y, la verdad, tampoco he oído que haya habido más líos allí. Pero me he alegrado: mejor prevenir, sobre todo en según qué cosas y casos y, también, según con quién.

Nosotros, por otra parte, íbamos a irnos a Málaga a pasar estos días de, más que puente, acueducto: queríamos ver a los Cervantes, a Manuel –el Bob, que está chunguillo-, etc. Sin embargo, tuvimos que cambiar los planes e irnos a Madrid. Lo hemos pasado bien, de todas formas. No pudimos ir al Prado para ver la exposición del Hermitage porque no pudimos solicitar entrar con la antelación suficiente, pero ya lo haremos: dura hasta el 25 de marzo. Disfrutamos de Madrid, como siempre. Y esta vez, por fin, estuvimos con Inma y Juan, y muy a gusto. Y con Ana, con la que departí como colega que es y, en medio de la conversación, recordé que hace unos pocos años, creo que tras correr el que fue mi primer Maratón de Madrid, nos acostamos en sendas camas distribuidas en ele, con las almohadas pegadas y a las seis y pico de la madrugada aún no se había callado –Luis, su hermano, intuyo que bajó de la litera de encima de mí demasiadas veces, seguramente no pudo dormir tan bien como debía ser habitual: lo debimos despertar con nuestros murmullos… pero no protestó ni una vez, qué majo-. Y qué bonito fue aquello: una cría que me acababa de conocer y me dio palique durante toda la noche.

A la vuelta, y casi del tirón, nos piramos a Sádaba, que había cosas que hacer en casa. Y allí pudimos saber cosas del Urdangarín, del merdellón del hijo de la duquesa de Alba –alba, no sé qué hay blanco, en el sentido de claro, en toda esa cuadrilla, en la nobleza en general digo-. Y hemos podido saber, también, los líos que rigen el mundo: por ejemplo, economistas de mucho prestigio y seso, dan opiniones muy argumentadas –entiéndaseme, con esos crípticos discursos que usan, obtengo al oírlos la conclusión de que algo habrán argumentado, porque sus contertulios afirman, cabecean, etc, en fin, que dan a entender que les entienden, pero enterarme, no me entero de mucho-. Y las dan para explicar posturas, en muchos casos, absolutamente contrarias. Ya lo dije no ha mucho tiempo por aquí: no me es dado confiar en que el mundo va a furular en condiciones si, probablemente con honradez, quienes han de hacer que furule no se ponen de acuerdo en cuál es la mejor manera para todos –no me refiero para unos cuantos, que eso es fácil de llevar a cabo si se manda-. No digo que haya verdades absolutas, pero que sean tan distantes las que se van proclamando me escama sobremanera: véase, por ejemplo, los modos opuestos respecto a las emisiones de porquería –a la atmósfera en general- que tienen los de China y Estados Unidos y los demás.

Pues bien, como el Ebro baja bajo, ya dije el otro día que había que pensar algo. Y lo he hecho. Y se me han ocurrido unos consejos que les voy a dar a la cuadrilla, ahora que les va a tocar empezar una andadura nueva, que va a gobernar aquí unos cuantos años.

Empezaré con la cosa de la Sanidad… sin embargo, tendré que hacerlo dentro de unos días: tengo ahora otras cosas que hacer y, además, ya he escrito mucho y va a resultar tedioso o pesado. No tardaré, empero, en explicar cuál es la mejor manera de ahuyentar a la crisis a partir de un funcionamiento óptimo de la Sanidad, porque Mariano será presidente, creo, el 21, y he de informarle antes para que lo haga bien. Así que haya calma: antes de entonces ya estará publicada la próxima entrega -y puede que definitiva-.

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