DIGNIDAD

lunes, 26 de diciembre de 2011

¡CÓMO YE ISTE CHAIME!




Anteanoche, en el trasiego de entre los establecimientos que hollábamos para ir llevando a cabo el vermú previo a la cena de Nochebuena, me encontré con Jaime Carbonel. Me dijo que hubo intentado entrar a comentar algo en uno de los lugares de este blog y, por lo que fuera, no pudo. De modo que se dijo, a la par que desistía de volver a intentar el cuelgue, “a casca-la”. No recordaba él cuál era en concreto y yo, cuando me habló de a qué se refería su inédito escrito, recordé algo, aunque no el asunto exacto. Pero no era lo importante en ese momento.

Me explicó que se le ocurrió comentar porque había visto y oído en algún medio de los de televisión que aludían a Felipe de Borbón como Príncipe de Girona. Como es como es este hombre, me dijo que a él no le parecía mal que dijeran Girona si lo decían en catalán. Pero que, si hablaban en castellano, lo propio hubiera sido que no hubieran mezclado, que hubieran dicho Príncipe de Gerona. Yo estaba de acuerdo, y añadí que si lo propio en castellano era como decía, en catalán debiera ser Príncep de Girona. Y aún dije más: en aragonés, puesto que ese título le viene de la Corona de Aragón, debieran haber dicho al mencionarlo “O prenzipe de Chirona”… Entonces, al pronunciarlo, frené, abrí los ojos bastante y le dije que no, que había un error, que el de chirona es su cuñado, según parece. Y decidimos que esta interesante conversación, propia de las vísperas del solsticio de invierno, había que colgarla en éste o en el blog que fuere.

Nos volvimos a encontrar, esta vez en otro establecimiento, no entre medias, y en esta ocasión hablamos, aunque muy por encima, acerca del ordinal que ostentó Ramón Berenguer, Conde de Barcelona, padre de Alfonso II el Casto (primer rey de la Corona de Aragón): IV. Aún dijimos algo así como que ya valía de arrogarse cosas algunos, o sea, dijimos que “algunos están tol día cascando-la”. Nos volvimos a echar a reír porque no es término que usemos habitualmente y, sin embargo, aquella noche salió, en dos versiones, en ambas conversaciones.

Bueno, ya acabo, que el Ebro baja mejoradico: el sábado espero ver cómo acaba en el Mediterráneo y bañarme en la playa de la Savinosa, ese día y el siguiente.

martes, 20 de diciembre de 2011

MI PRIMER CONSEJO AL PRESI COMO TAL



El pasado viernes estuve de cháchara con Mateo. Habló de que lo moderno parece ser mencionar a los próceres por su segundo apellido (por ejemplo, Zapatero, en lugar de Rodríguez o de Rodríguez Zapatero), así que lo que procedería, para seguir estando a la moda, sería decir Brey a Rajoy. Y he decidido que voy a seguir la moda, al estilo de Mateo. Así pues, el anunciado consejo se lo daré a ese señor, al Sr. Brey, que es quien va a presidir el gobierno de aquí, de España.

Es respecto a cómo manejar la Sanidad, para conseguir paliar, de paso, la crisis económica. Aunque es bien sencillo, lo marcaré en condiciones: RE-PA-GO. Un repago de diez euros por cada consulta al médico de cabecera, que se hará efectivo al solicitar la cita previa con el mismo. Para evitar menoscabo en las arcas del Estado, el justificante del desembolso será la propia cita, así ni papel se gastará. Ese dispendio no tendrá descuento ni devengará desgravación alguna.

Por el momento, explicaré breve y superficialmente las ventajas que esta medida acarreará. En un principio, para ser didáctico lo haré paso a paso y en un orden lógico, hemos de pensar en los consumidores que con más frecuencia hacen uso de este servicio público, los jubilados. Tienen por lo general, como colectivo, mayor quebranto en su salud, pues son quienes más uso han dado a su cuerpo, como es de ley suponer. A la vez, es el grupo poblacional menos productivo, bien entendido, asimismo, que también es el que menor poder adquisitivo tiene, dicho en modo general. Pues bien, aunando todo ello, es dado pensar que, toda vez que han de desembolsar diez  euracos cada vez que acceden al médico, cuando lo hayan hecho unas cuantas, empezarán a pensar que no pueden permitirse tal dispendio, de modo que, aun estando débiles, habrán aprendido que su indefensión no les es dado solucionarla, o sea, que su salud no depende en modo alguno de ellos. Estarán en lo que, según definen los psicólogos y los etólogos, se llama indefensión aprendida. Ello les llevará sin remisión a un estado de inactividad, de indiferencia hacia sí mismos, de descuido, que será la antesala de la depresión. Y ésta, de la muerte. En resumen: muchos, muchísimos jubilados morirán, merced a esto. Y no tardarán mucho. Así pues, hasta los programas del IMSERSO se podrán suprimir, con lo que el gasto sigue bajando, como podemos ver. Y tengamos en cuenta que también el desempleo caerá, pues, por las mismas razones que el colectivo antes aludido, los parados dejarán de ir al médico, enfermarán y morirán consecuentemente en mayor cantidad que, de no pagar, lo hubieran hecho asistiendo a la consulta. En fin, dos colectivos improductivos que desaparecerán, o casi, gracias al Repago.

Como habrá menor afluencia, podrán ahorrarse muchas plazas de personal sanitario. El objetivo, sin duda, como puede verse por la tendencia en la que se verá inmersa la sociedad, es la amortización de todas las plazas de funcionarios de la Sanidad. Claro que esto es a medio plazo, conforme se vayan produciendo los óbitos antes vaticinados.

En ese plazo habrá ido haciéndose preponderante la Sanidad “Para-quien-se-la-pueda-pagar”. Los profesionales que la atiendan no será preciso que se apliquen demasiado, pues no tendrán que estudiar ni examinarse opositando: su acceso será por el procedimiento del nepotismo. De esa manera, al estar el trabajador agradecido a la empresa que le proporciona el trabajo, desarrollará su labor devolviendo deudas. Los profesionales muy preparados se irán, claro es, de España: no se quiere tener aquí a quienes, por su cultura e inteligencia, puedan protestar y reclamar.

Según he entendido por su explícito y claro y honrado discurso de Investidura, Brey tiene pensado hacer cosas de este jaez. Por de pronto, los funcionarios no tendrán sustitutos cuando se vayan jubilando, ni cuando se den de baja. Ni se convocarán plazas de empleo público. De modo que la función pública tiene sus días contados –y tampoco serán tantos esos días pues van a ir reventando los funcionarios-.

No creo que en Noruega, donde tienen más del doble de funcionarios que los que tiene España, y es un país que funciona bastante mejor que éste, tomen nota de estas medidas para aplicarlas. Sí que parece que tienen a gala un algo que escribió algún sabio antiguo: “Pocos pueblos cultos son pobres”. Esto podría dar pábulo para seguir aconsejando a Brey, al nuevo presidente Brey, esta vez respecto a la Educación y esas cosas. Ahora, aquí, no obstante, no va a ser, pues vuelve a ser largo el escrito.

Y en un próximo futuro… ya veré, que ahora el Ebro no baja tan bajo ya.

jueves, 15 de diciembre de 2011

NADA, LA ESTUPIDEZ, QUE ABURRE HASTA EL FONDO



Minerva Oso, hoy, a las tres menos cuarto de la tarde, al dar una noticia a Radio Nacional acerca de un informe de Amnistía Internacional sobre el trato dispensado a los extranjeros, ha dicho, para introducirla –la noticia, digo-, la frase: “… rasgos claramente latinos…” al referirse a las características físicas de un periodista de Radio Tentación, que es ecuatoriano y se llama, según le he entendido –iba conduciendo y he procurado retener y recordar luego el nombre- Bolívar. He buscado en internet y creo que se puede referir a Bolívar Serrano. Y aquí estamos: no voy a entrar a opinar sobre el asunto, sólo lo haré de la terminología usada tan de mala manera, pues no sé qué quiere decir que ese señor tiene rasgos claramente latinos, si no parece parecido a Paolo Maldini, George Brassens o Joan Manuel Serrat, por poner ejemplos de hombres latinos. Que ni se parecen entre ellos, por cierto. Volvemos a la tontería pamplinosa de la que ya hablé en otra entrada (es bastante abajo): ¿quiere decir que tiene rasgos indígenas? Pues podría decir eso y dejarse de tontos eufemismos.

Me voy cansando de las majaderías ya, oye, que, lo dijo Delibes en El príncipe destronado, "los niños sufren y mucho". Y luego vienen los traumas.

Lo prometido -el consejo a Rajoy- es deuda. La saldaré dentro de unos pocos días, que ni ahora puedo –igual se alarga demasiado la cosa- ni pega mucho con lo que va escrito.

martes, 13 de diciembre de 2011

¡Y PASA LA VIDA!




Desde el curso pasado está enseñándome árabe, en la Universidad de Zaragoza, Sharif. O Charif, que es su nombre complicado para transcribirlo -o transliterarlo- en nuestra lengua por el asunto del sonido consonántico primero, mira qué casualidad. El otro día, el 29 de noviembre creo que fue, me enteré de que habían tirado un “cuete” a Israel desde el sur de Líbano –es el país de Sharif-. El siguiente día, sabiendo que pretendía pasar algunos con su familia de allá, le dije que si estaba seguro de que era seguro viajar con esas condiciones. Me explicó que no creía que hubiera problemas, pues Israel, que está por el gobierno Sirio, tendría complicado explicar sus posturas con uno y otro país ante el mundo. Yo, como ni entiendo ese meollo ni me parece que a Israel le importen mucho las apariencias o la diplomacia, le dije, preocupado, que, en todo caso, como he oído muchas veces en Málaga decir, “gastara” cuidado. Esta mañana, antes de empezar la clase, me ha dicho que, al final, no se fue. Y, la verdad, tampoco he oído que haya habido más líos allí. Pero me he alegrado: mejor prevenir, sobre todo en según qué cosas y casos y, también, según con quién.

Nosotros, por otra parte, íbamos a irnos a Málaga a pasar estos días de, más que puente, acueducto: queríamos ver a los Cervantes, a Manuel –el Bob, que está chunguillo-, etc. Sin embargo, tuvimos que cambiar los planes e irnos a Madrid. Lo hemos pasado bien, de todas formas. No pudimos ir al Prado para ver la exposición del Hermitage porque no pudimos solicitar entrar con la antelación suficiente, pero ya lo haremos: dura hasta el 25 de marzo. Disfrutamos de Madrid, como siempre. Y esta vez, por fin, estuvimos con Inma y Juan, y muy a gusto. Y con Ana, con la que departí como colega que es y, en medio de la conversación, recordé que hace unos pocos años, creo que tras correr el que fue mi primer Maratón de Madrid, nos acostamos en sendas camas distribuidas en ele, con las almohadas pegadas y a las seis y pico de la madrugada aún no se había callado –Luis, su hermano, intuyo que bajó de la litera de encima de mí demasiadas veces, seguramente no pudo dormir tan bien como debía ser habitual: lo debimos despertar con nuestros murmullos… pero no protestó ni una vez, qué majo-. Y qué bonito fue aquello: una cría que me acababa de conocer y me dio palique durante toda la noche.

A la vuelta, y casi del tirón, nos piramos a Sádaba, que había cosas que hacer en casa. Y allí pudimos saber cosas del Urdangarín, del merdellón del hijo de la duquesa de Alba –alba, no sé qué hay blanco, en el sentido de claro, en toda esa cuadrilla, en la nobleza en general digo-. Y hemos podido saber, también, los líos que rigen el mundo: por ejemplo, economistas de mucho prestigio y seso, dan opiniones muy argumentadas –entiéndaseme, con esos crípticos discursos que usan, obtengo al oírlos la conclusión de que algo habrán argumentado, porque sus contertulios afirman, cabecean, etc, en fin, que dan a entender que les entienden, pero enterarme, no me entero de mucho-. Y las dan para explicar posturas, en muchos casos, absolutamente contrarias. Ya lo dije no ha mucho tiempo por aquí: no me es dado confiar en que el mundo va a furular en condiciones si, probablemente con honradez, quienes han de hacer que furule no se ponen de acuerdo en cuál es la mejor manera para todos –no me refiero para unos cuantos, que eso es fácil de llevar a cabo si se manda-. No digo que haya verdades absolutas, pero que sean tan distantes las que se van proclamando me escama sobremanera: véase, por ejemplo, los modos opuestos respecto a las emisiones de porquería –a la atmósfera en general- que tienen los de China y Estados Unidos y los demás.

Pues bien, como el Ebro baja bajo, ya dije el otro día que había que pensar algo. Y lo he hecho. Y se me han ocurrido unos consejos que les voy a dar a la cuadrilla, ahora que les va a tocar empezar una andadura nueva, que va a gobernar aquí unos cuantos años.

Empezaré con la cosa de la Sanidad… sin embargo, tendré que hacerlo dentro de unos días: tengo ahora otras cosas que hacer y, además, ya he escrito mucho y va a resultar tedioso o pesado. No tardaré, empero, en explicar cuál es la mejor manera de ahuyentar a la crisis a partir de un funcionamiento óptimo de la Sanidad, porque Mariano será presidente, creo, el 21, y he de informarle antes para que lo haga bien. Así que haya calma: antes de entonces ya estará publicada la próxima entrega -y puede que definitiva-.