DIGNIDAD

martes, 29 de noviembre de 2011

YA PASÓ LA FECHA, PERO HABRÁ MÁS, SEGURAMENTE



El martes pasado, el día 22, estuve en Ejea con Mariano Gil, Mariano’l de Tako. Hacía mucho que no estábamos juntos. Mucho. Y nos dedicamos, a pesar del escaso tiempo del que dispusimos, a hablar de nuestras cosas, de libros, de música y poesía… y de otros variopintos temas. En todo caso, de los que nos apeteció tocar, no los que otros pretenden inculcarnos, como dice Chomsky.

No hablamos, por ejemplo, de que Rato, aquel que desvencijó el Fondo Monetario Internacional, ha estado dando lecciones de cómo hay que hacer para apretarse bien el cinturón y los especuladores sigan especulando: bien lo expresó Ángel Berges, a quien alcancé a oír en la radio hace un par de semanas, cuando vino a decir que puesto que quien tiene que llevar las riendas no lo hace, los mercados –los especuladores, vuelvo a repetir- se ceban. Mi estimado Ángel, a quien empecé a admirar ya cuando repartía gaseosas y yo aún no tenía el carnet de conducir. Tampoco hablamos de que el PSOE lo lleva claro: parece que se va a “renovar”, aquí en Aragón, con alguien que va postulándose y, llevando en el meollo metido unos 30 años, menuda renovación “acarreará”… pero mejor ni mencionarlo, que da algo de yuyu. Y respecto a IU tampoco, aun preguntándome cómo planteó en su programa electoral, de la mano que iba con CHA, la cosa del recrecimiento de Yesa hasta la cota media. De nada de esto hablamos. Porque es mejor no hacerlo.

Sí que hablo ahora, porque quiero reivindicarlo, de Durruti, pues me había quedado yo en denostarlo por pendenciero y, quizá, sanguinario, sin esforzarme en indagar más, a lo mejor como consecuencia de que Mateo, que era mi referencia al respecto, así me lo hizo concebir. Sin embargo, el pasado miércoles, el día 23, vino a darnos una charla José Luis Melero, que resultó encantadora y en la que pude averiguar que un cura aragonés, Mosén Jesús Arnal, escribió un libro que se publicó en 1972, que tituló: “Por qué fui secretario de Durruti”. Merced a las explicaciones que nos dio el autor citado y a muchas otras lecturas a las que he accedido, concluyo rectificando: a Buenaventura Durruti, y a Tolstoi, hay que celebrarlos cada año, el 20 de noviembre, como personas buenas con un ideario de dignidad, convincente. Convincente por justo, por ejemplo. Insisto, no pienso volver a dejar al margen a Durruti. Y añado a Voltaire, que unos dicen que nació el 20 y otros el 21: me lo quedo, junto con los otros, para el 20. Y, ya puestos, a Ghandi, que tanto admiraba a Tolstoi, también lo incluiré y conmemoraré ese día. Se lo voy a proponer a Mateo.

Bajo baja el Ebro ahora. Habrá que pensar algo.

No hay comentarios: