DIGNIDAD

jueves, 17 de febrero de 2011

NUEVO HORARIO DE... ¿APARCAMIENTO?


Ayer, muy de mañana, oí en la radio hablar de la cosa de los horarios en las escuelas en Aragón.

Las posturas parecen enfrentadas y los ánimos enconados.

Recordé una conversación, hace unos años ya, que tuve con Isabel Pascual, profesora de Física y de Química en el Instituto donde estudiaron mis hijos, en Málaga. Me decía que había sido firme defensora, cuando el asunto se hubo planteado en Andalucía, de la jornada continua. Mis hijos habían sufrido o disfrutado los dos tipos de horarios, los de la jornada antigua y los de la jornada continua. Trabajábamos ambos progenitores y ninguno de los dos tipos nos supuso problemas insalvables. No teníamos un criterio claro para preferir uno u otro. Ni tuvimos la oportunidad de elegir. Pues bien, como decía, esta encantadora y veterana profesora –estábamos hablando precisamente en la celebración de su sexagésimo aniversario-, ya no estaba de acuerdo con aquella primera opinión. Me decía que, con tantos años, la cuestión de explicar cosas de la Termodinámica, los enlaces covalentes y el tiempo que tarda un móvil en parar, dependiendo de la velocidad que lleve y la aceleración negativa que se le imprima, no eran cosas que le supusieran un especial esfuerzo mental y, sin embargo, a una cierta hora de la mañana, la fatiga iba ocupando el lugar que dejaba la energía conforme se iba usando. Y se planteaba, y me hizo pensar en ello, si los chicos, a los que cada día se les pretendía inculcar algo nuevo en cada materia, no se fatigarían más aún, al tener que acumular saberes y aprendizajes sin apenas descansos.

He oído decir que los humanos tenemos más fácil eso de aprender o asimilar por la mañana, porque tenemos mucho oxígeno por ahí, por las células. He oído decir que acumular horas y horas hace añicos las reservas de glucosa de las que el cerebro extrae los nutrientes que necesita para funcionar… en fin, que he oído argumentos de todo tipo a favor y en contra de ambas opciones.

Indagando, he encontrado una opinión que lanza una persona directiva de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Aragón, la Presidenta creo, doña Ana Abán. Seguramente al académico Pérez Reverte le encante pronunciar la citada Federación. Y seguramente, ya puestos a aceptar el nombrecito, también le parezca un dechado de corrección su acrónimo: FAPAR. Si cada asociación de las federadas lo es de padres y madres, tal como se denominan –no sé si habrá otra para las de madres y padres, que la de Tauste es así, ordenada de esa manera digo-, no entiendo por qué no se escribe como voy a proponer. Veamos, por orden: la Asociación de Padres y de Madres de Alumnas y de Alumnos –no podemos obviar las preposiciones, como suele hacerse, cuando, tan artificial como farragosamente, se escriben los ambos géneros- tiene su correspondiente acrónimo correcto: APPMMAAAA. La de Tauste, como es de madres y de padres, habrá de ser AMMPPAAAA, no, como vengo oyendo con frecuencia, AMPA (bueno, y la rematadera es cuando dicen el AMPA -que suena, por cierto, como el hampa-, con el artículo “el”, que -es bien sabido por muchos españoles-, determina el masculino singular, siendo, asociación, femenino nombre, y singular, que menos mal que en el número se acierta). Pues bien, recapitulando, la Federación que preside la citada señora Abán, no puede tener el acrónimo que leí en un periódico ayer y que ya antes he citado, FAPAR, sino FAAPPMMAAAA. Esta directiva dijo estar en contra de esta “mejora laboral que sólo beneficia a la comunidad educativa”. Si dijo esto, se lució de arriba abajo la pobre, porque la modificación de los horarios, si se piensa como una reforma laboral, me parece de una ética… sucinta, vamos a dejarlo ahí. Y, por otra parte, la comunidad educativa no consta, como me parece entender que entiende, según lo entrecomillado, únicamente del profesorado: la comunidad educativa la componemos todos, es decir, los alumnos, los profesores, los padres, los trabajadores no docentes, y el entorno, el ambiente de los alumnos.

En fin, ahí os he dicho unas cuantas cosas. Ya que, según he entendido, tenéis alguna oportunidad de elegir, hacedlo tras reflexionar mucho. No me parece que el tema sea para tomarlo a la ligera. Los argumentos son válidos todos. Pero a mí algunos me lo parecen menos, menos válidos digo: pensar, a favor o en contra, en la jornada laboral de los docentes como argumento a discutir, ya lo he dicho antes, me parece muy poco ético. Pero, ojo, y lo digo por propia experiencia, la cosa laboral de los padres tampoco debiera ser el condicionante último o único para tomar la decisión que fuera: no es la escuela un aparcamiento de hijos.

Espero que meditéis y deseo que lo que decidáis sea acertado, por el bien de vuestros hijos y de otros que vendrán después.

2 comentarios:

JAIME CARBONEL dijo...

El colmo de la tontería lo constituye ya cuando, para resolver el "problema" del sexismo en el lenguaje, se hace uso de la "@", lo cual no es ninguna letra, sino un signo. De esta forma tan chachipiruli que nos han aportado los chachipirulis de nuestros eruditos en su empeño por transformarnos en una sociedad supermegaguay del paraguay, diríamos que la comunidad educativa se compone de alumnarrobas, profesorarrobas, padrarrobas, madrarrobas, trabajadorarrobas no docentarrobas, y el entornarrobo, el ambientarrobo de larrobas alumnarrobas.
Así, con tan brillante aportación, seremos tod@s, por fin, supermegafelices de la muerte.

Rockberto dijo...

El arrobo que me ha producido el peso -unos doce quilos y pico- de la arroba, con tanto arrobar (¡oig!) y disertar al respective -pa mí que no es palabra sinagoga ninguna de ellas... ¿o sí?-, me ha turbado. Y me ha robado alguna sonrisica, inclusive.
(¡Jaime, ya!)