DIGNIDAD

miércoles, 23 de febrero de 2011

LA TERTULIA QUE VIENE


Hace unos días, como ya se ha dicho, tuvo lugar la presentación de mi libro de poesía. Allí el personal habló de mí y todo aquello me resultó extraño, pues era la primera vez que me sucedía. Maribel incluso analizó uno de los poemas, un soneto.

Cuando me llegó el turno, se me ocurrió tratar de explicar, bien que muy a grandes rasgos, cómo es, en general, mi proceso creativo. A la vez, no perdía de vista el reloj que hay encima de la puerta de la Biblioteca ni las caras del personal que, pacientemente, me escuchaba. Traté de explicarme de la mejor manera y de la más rápida. Al final, viendo que podíamos quedarnos hasta el día siguiente, antes de agradecer a los concurrentes y para dar por concluida la disertación, hice el comentario de que lo mejor, para ello –a dar cumplida información acerca de cómo y por qué escribo me refiero- y para intercambiar ideas, pensamientos, conocimientos, etc, sería hacer una tertulia literaria, en la que pusiéramos en común todo lo que se nos fuera ocurriendo.

Poco después, en La Topera, Cristina Montolar me dijo que le había gustado mi proposición, pero que prefería que fuera, en lugar de literaria, una tertulia de temática general. A mí me encantó su entusiasmo y, allí mismo, tomamos la decisión de celebrar una tertulia el último viernes de cada mes. La primera, pues, convinimos que sería el día 25 de febrero, a las ocho de la tarde.

Así pues, ahí la tenemos, bien cerca. Puede venir quien quiera. Aquel día 28 de enero no decidimos tema alguno, dejamos la cosa abierta, y que cada cual fuera pensando. A algunos nos ha parecido bien que sea, como tema general, ARTE (así, sin artículos ni cualquier otra determinación). Como apartados, podría tener: artes, artistas… en fin, lo que se nos vaya ocurriendo -incluso, una vez empecemos, no sabemos cómo ni dónde o con qué tema seguiremos y acabaremos-.

Queda dicho: la primera Tertulia será el día 25 de febrero, a las ocho de la tarde, en La Topera, abajo. Quien quiera y pueda venir, invitado está.

jueves, 17 de febrero de 2011

NUEVO HORARIO DE... ¿APARCAMIENTO?


Ayer, muy de mañana, oí en la radio hablar de la cosa de los horarios en las escuelas en Aragón.

Las posturas parecen enfrentadas y los ánimos enconados.

Recordé una conversación, hace unos años ya, que tuve con Isabel Pascual, profesora de Física y de Química en el Instituto donde estudiaron mis hijos, en Málaga. Me decía que había sido firme defensora, cuando el asunto se hubo planteado en Andalucía, de la jornada continua. Mis hijos habían sufrido o disfrutado los dos tipos de horarios, los de la jornada antigua y los de la jornada continua. Trabajábamos ambos progenitores y ninguno de los dos tipos nos supuso problemas insalvables. No teníamos un criterio claro para preferir uno u otro. Ni tuvimos la oportunidad de elegir. Pues bien, como decía, esta encantadora y veterana profesora –estábamos hablando precisamente en la celebración de su sexagésimo aniversario-, ya no estaba de acuerdo con aquella primera opinión. Me decía que, con tantos años, la cuestión de explicar cosas de la Termodinámica, los enlaces covalentes y el tiempo que tarda un móvil en parar, dependiendo de la velocidad que lleve y la aceleración negativa que se le imprima, no eran cosas que le supusieran un especial esfuerzo mental y, sin embargo, a una cierta hora de la mañana, la fatiga iba ocupando el lugar que dejaba la energía conforme se iba usando. Y se planteaba, y me hizo pensar en ello, si los chicos, a los que cada día se les pretendía inculcar algo nuevo en cada materia, no se fatigarían más aún, al tener que acumular saberes y aprendizajes sin apenas descansos.

He oído decir que los humanos tenemos más fácil eso de aprender o asimilar por la mañana, porque tenemos mucho oxígeno por ahí, por las células. He oído decir que acumular horas y horas hace añicos las reservas de glucosa de las que el cerebro extrae los nutrientes que necesita para funcionar… en fin, que he oído argumentos de todo tipo a favor y en contra de ambas opciones.

Indagando, he encontrado una opinión que lanza una persona directiva de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Aragón, la Presidenta creo, doña Ana Abán. Seguramente al académico Pérez Reverte le encante pronunciar la citada Federación. Y seguramente, ya puestos a aceptar el nombrecito, también le parezca un dechado de corrección su acrónimo: FAPAR. Si cada asociación de las federadas lo es de padres y madres, tal como se denominan –no sé si habrá otra para las de madres y padres, que la de Tauste es así, ordenada de esa manera digo-, no entiendo por qué no se escribe como voy a proponer. Veamos, por orden: la Asociación de Padres y de Madres de Alumnas y de Alumnos –no podemos obviar las preposiciones, como suele hacerse, cuando, tan artificial como farragosamente, se escriben los ambos géneros- tiene su correspondiente acrónimo correcto: APPMMAAAA. La de Tauste, como es de madres y de padres, habrá de ser AMMPPAAAA, no, como vengo oyendo con frecuencia, AMPA (bueno, y la rematadera es cuando dicen el AMPA -que suena, por cierto, como el hampa-, con el artículo “el”, que -es bien sabido por muchos españoles-, determina el masculino singular, siendo, asociación, femenino nombre, y singular, que menos mal que en el número se acierta). Pues bien, recapitulando, la Federación que preside la citada señora Abán, no puede tener el acrónimo que leí en un periódico ayer y que ya antes he citado, FAPAR, sino FAAPPMMAAAA. Esta directiva dijo estar en contra de esta “mejora laboral que sólo beneficia a la comunidad educativa”. Si dijo esto, se lució de arriba abajo la pobre, porque la modificación de los horarios, si se piensa como una reforma laboral, me parece de una ética… sucinta, vamos a dejarlo ahí. Y, por otra parte, la comunidad educativa no consta, como me parece entender que entiende, según lo entrecomillado, únicamente del profesorado: la comunidad educativa la componemos todos, es decir, los alumnos, los profesores, los padres, los trabajadores no docentes, y el entorno, el ambiente de los alumnos.

En fin, ahí os he dicho unas cuantas cosas. Ya que, según he entendido, tenéis alguna oportunidad de elegir, hacedlo tras reflexionar mucho. No me parece que el tema sea para tomarlo a la ligera. Los argumentos son válidos todos. Pero a mí algunos me lo parecen menos, menos válidos digo: pensar, a favor o en contra, en la jornada laboral de los docentes como argumento a discutir, ya lo he dicho antes, me parece muy poco ético. Pero, ojo, y lo digo por propia experiencia, la cosa laboral de los padres tampoco debiera ser el condicionante último o único para tomar la decisión que fuera: no es la escuela un aparcamiento de hijos.

Espero que meditéis y deseo que lo que decidáis sea acertado, por el bien de vuestros hijos y de otros que vendrán después.

jueves, 10 de febrero de 2011

TRAS el TRASiego que el TRASunto TRAStorna


He añadido una “TRAS” al título del libro que anunció Jaime (al anunciarlo él, anunciado quedaba y no lo tuve que anunciar yo, de manera que mi actitud no aparenta petulancia). El añadido, en este caso, es una preposición, no un prefijo. Quiero con ello significar que esto es posterior a la presentación. Y proporciono el título a esto, de paso. No hay más.

El sábado siguiente al del singular acontecimiento que acabo de mencionar, el día 5, acudí a una cita que tenía en la radio con Miguel Mena. Hubo muchas personas que me contaron, después, que el programa había dado la sensación de densidad excesiva. Quizás había mucho que decir, quizás hicieran a Miguel convocar a demasiada gente. No lo sé. El caso es que me quedé con la sensación de no haber dicho nada. Incluso, cuando, explicando cómo era el origen del affaire “cartonero” y, concretamente, iba a describir las características de un libro que había encima de la mesa, me dijo el locutor que no me molestara, que en la radio, por sus características únicamente acústicas, no lo iba a conseguir… para, después, dar él mismo la descripción que yo había pretendido, es decir, que en el reverso de la tapa se podía ver la procedencia del cartón reciclado: había sido, en otra vida, una caja de botellas de un licor espirituoso (¿se le dice así al güisqui?). O sea, que no me sentí bien, se quedó mucho por decir y, quizá, se dijeran cosas que no sé muy bien el interés general que puedan tener, como lo de mi nacimiento, por ejemplo. Y, ojo, que no vitupero ni, mucho menos, vilipendio al Mena, que me cayó muy bien el mozo en persona –por su obra ya lo conocía: hace tiempo que leí dos de sus libros y me parecieron hermosos y excelentes-.

Empero, me alegré de que no me preguntaran acerca del tema que se había estado terciando en la primera parte del programa, porque era el “medio ambiente” y yo hubiera dicho, para empezar, que no me gusta decir así el concepto al que se alude con ese término, pues me parece redundante: con decir medio, o con decir ambiente, está dicho lo que se dice con los dos vocablos juntos. Acaso juntarlos, al menos en un principio, pudo hacerse para dar más solemnidad o hacerlo más ostentoso, más rimbombante. No sé. En todo caso, como digo, menos mal que no me hicieron hablar dello.

Al cabo, cuando salimos de allí, me encontré con el candidato del PP, con Miguel Ángel Francés Carbonel. Hablamos de qué sé yo cuántas cosas mientras vermuteábamos opíparamente. Y le dije que, justo el día anterior, había leído el periódico y me había encontrado con manifestaciones de entusiasmo por parte de la Merkel respecto al modo en que España está haciendo los “deberes económicos”. Lo cual no hace más que acojonarme: claro, que te dé la palmadica tal individua, semejante "ideóloga de los asuntos sociales", junto con su colega francés, el marido de la Bruni, es para sospechar que, precisamente, no se han hecho bien los deberes para con los ciudadanos. Le mencioné esto a Miguel Ángel para hacerle ver que me hizo recordar, su lectura de la víspera, las elecciones municipales anteriores, las de hace cuatro años. Sí, porque él trataba de convencerme de que me presentara (algo así como que por el bien del pueblo –otro usando tono solemne-). Me resultó muy curioso, pues es claro y notorio que, de hacerlo, no hubiera sido como correligionario suyo, por lo que colijo que me ve absolutamente inútil para los menesteres consistoriales, dado que, siendo como hubiéramos sido adversarios, lógico parece que sea preferible tener enfrente un oponente al que se pueda vencer con facilidad que a otro con superior peso (político) o calidad.

Y aún nos reímos otro rato, recordando cosas.

Él, aparte de los primeros escarceos por el Arba o las Eras, los domingos, juntando todas las perras de todos los amigos para comprar tabaco, nunca ha fumado (yo sí, aunque lo dejé hace tres meses y medio y así espero seguir). Pues eso, que no entiendo por qué se quejan los hosteleros tanto si van a ahorrar merced al tabaco: no tendrán que derrochar en avisar de que existe su establecimiento, ni con neón ni con nada, pues con las sillas y el cenicero de la puerta, ya se sabe que ahí hay un bar. Y esos reclamos son bien baratos. Aunque, vista la contaminación que hay en Madrid, ya no sé si se va a permitir fumar en la calle. A lo mejor se replantean la ley y modifican cosillas. Porque, puesto que los pensantes legisladores son tan agudos –recuerdo que hay zonas hospitalarias, al aire libre, en las que no se permite fumar, que son aptas, sin embargo, para la circulación rodada-, lo mismo reconsideran lo del bien común y no se deja fumar por la calle, deduciendo que la alta densidad en mierda del aire que se respira en las ciudades grandes es consecuencia de lo que fuma el personal fuera de los establecimientos, o sea, en sus calles.

Qué sabe nadie, como dice mi amigo Miguel –el Cervantes-.