DIGNIDAD

lunes, 2 de agosto de 2010

LOQUILLO Y LUNA LUNERA


El sábado pasado, el día 31, no estuvimos –no pudimos estar- en Aquatauste: teníamos que estar en Sos, en Luna Lunera, pues nos habían regalado unos amigos las entradas para ver actuar a Loquillo. Es jodido esto de que coincidan dos cosas que te apetecen mucho.

Había estado ya en ese festival, hace dos años –dos o tres, no sé exactamente- viendo a Rosendo. En aquella ocasión me regaló la entrada Sara Terraz. Azero fue el grupo que actuó de telonero. Aquel concierto me encantó. En todos los sentidos: Azero me pareció un señor grupo y de Rosendo… ¿qué decir de semejante artistazo? El marco, la Lonja de Sos, increíble. La organización me pareció muy buena. Todo, el público, el fresquico, el sonido, todo nos pareció, al amigo Perchas y a mí, excelente.

Pero, ay, esta vez ha sido otro cantar. Llegamos a Sos con tiempo. En la entrada, ya se ve, ponía que se abrían las puertas a las 10 de la noche. Pero no las abrieron hasta las once menos veinticinco. Mmmm, no sé, no empezaba la cosa seria. No estaba permitido traer bebidas del exterior –nosotros, sin darnos cuenta de ello, llevábamos en la mano una botella de plástico con agua y nadie objetó nada-. No recuerdo si se expendían bebidas cuando el concierto de Rosendo, pero en éste sí. Compramos un litro de cerveza en vaso de plástico por cinco euros –íbamos a cenarnos un bocata de tortilla hecho con “prima” de Sádaba y había que empentarlo de algún modo- y nos fuimos a nuestras localidades.

A las 23:20 empezó The Right Ons. Tocaron bien, no los conocía y nos gustaron. El personal se comportaba y parecía disfrutar. A las 00:20, más o menos, entró Loquillo. Para entonces, el trasiego de pozales de cerveza y de otras cosas había sido incesante. Quizás era la calor. Loquillo levantó a sus incondicionales. Mucha gente cantaba con él. Delante de nosotros había dos parejas, que no se conocían entre ellas, que se las sabían todas y que disfrutaban mucho y con civismo. Pero hete aquí que a mi derecha había dos zascandiles, dos mentecatos que no podían controlar su enfervorecida idolatría por el cantante y rugiaron abundantemente con cerveza a una moza que estaba delante de nosotros, yo creo que sería en la fila 7 en el asiento número 29 –lo digo por si lee esto, para que sepa que estamos con ella, que tiene razón si está cabreada-. El concierto en sí iba bien, pero hubo más de una, y más de dos, meteduras de pata. Los chavales de la organización no daban abasto para contener y hacer respetar un cierto orden. Es más, hasta me mosqueó el cantante de los teloneros: estaban, tras nosotros, vendiendo –creo, le vi un montón de cedés en la mano- sus discos y, murmutiando, nos molestaban… vamos, que tuvimos que llamarles la atención… lo que fue penoso, la verdad: falló su respeto para con sus colegas y para con nosotros, los espectadores. Por cierto, al menos alguno de ellos, de los de ese grupo, portaba en sus manos copas de cristal –o vidrio, que no sé yo distinguir esas cosas- por allí, entre el público.

Comprendo que pueda haber conciertos en los que sea dado el ambiente, digamos, gamberrete. Pero Luna Lunera no creo que sea el sitio para ello. Para que el personal esté “bolillón”, en pie, empujando y mojando a los de alrededor. Había uno, incluso, que no hacía sino tracamandear la cámara que va volando por allí. Y un individuo que trabaja en ello se tiró por dos veces, por encima de todos nuestros asientos –ya fue definitivo, no pudimos volver a sentarnos: los había dejado demasiado enmierdados como para ello-, a llamarle la atención. Los servicios, al menos los de mujeres, no era muy recomendable usarlos, al menos a cierta hora ya.

Me parece que el festival, muy subvencionado por organismos públicos, debe tratar de preservar la esencia, que es que el personal disfrute de actuaciones en un marco incomparable y tranquilo. No puede decirse que “el que va a un concierto de Loquillo ya sabe a qué va”. Vuelvo a lo mismo, muchos de los “Loquilleros” o “Loquillistas” que allí hubo estaban tranquilos y con ganas de disfrutar. No creo que se amortice con las entradas, ni con el bar, yo creo que se mantiene por el dinero público que se le concede, no creo que Sos pueda soportar semejante evento.

La compañía que tuvo Loquillo (Gabriel Sopeña, Miguel Ríos –el chavalín- y Sabino Méndez) dice mucho a favor del profesional que es. Sus músicos, excelentes. Él, un señor –había actuado en Veruela por la tarde en un homenaje a José Antonio Labordeta y en Sos estuvo casi dos horas y media dándole-. Sólo, pues, he de decir que lo decepcionante fue Luna Lunera. Muy decepcionante (¡qué diferencia con “Pirineos Sur”!). Me han dicho que el concierto de Amancio Prada en Tauste resultó acojonante… qué pena, perdérmelo.

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