DIGNIDAD

sábado, 21 de noviembre de 2009

NO SÉ SI ESTÁN LAS COSAS CLARAS


Estaban ¿cómo decir?, enardecidos cuando llegué ayer a su altura, en el Parrots. Como que ni se dieron cuenta de que estaba allí.

Rafa decía que a ver si lo entendía Miguel, con un ejemplo. Proponía imaginar que en Cajiz celebran una carrera por aquellos montes de la Axarquía de 10 kms. En Iznate, que está muy cerca, a un par de km., celebran otra, el mismo día, y con una distancia igual como recorrido. Hay algunas diferencias. Por ejemplo, de Iznate se sale un poco más tarde, media hora más tarde, por ejemplo. Otra diferencia es que, mientras en Cajiz todo está organizado como en estos casos se suele, es decir, con un seguro contratado para que cubra cualquier accidente, ambulancias, etc, así como la entrega de premios a los tres primeros de cada una de las categorías –habiendo el mismo número de éstas para cada sexo- y una bolsa con productos de la tierra y una camiseta conmemorativa a todos los inscritos que lleguen a la meta, en la de Iznate sólo se conceden unos premios, mayores que los de Cajiz, pero sólo a los tres primeros que lleguen. Ni seguro, ni premios por categorías, ni nada más. Juan Antonio, uno que se conoce bien la zona, decide inscribirse a ambas. Sale de la de Cajiz, o al menos pasa por el control de dorsales de antes de la salida, pero se va, con una moto en la que le lleva Manolo, a Iznate, y llega a tiempo de salir corriendo. Pero, ay amigo, cuando llega el primero al repecho de “Los Claros”, se tuerce un pie. Menos mal que Manolo estaba pendiente de cualquier eventualidad, así que, como es una zona común a ambas carreras, aunque no pasen por el mismo lugar, le ayuda a pasar discretamente al recorrido de la carrera de Cajiz, en la que ese lugar es, ya, la parte final de la misma, sólo quedando unos quinientos metros de bajada hasta llegar a la meta, allí en la explanada de entrada al pueblo, en el mismo lugar desde el que se había dado la salida. Entra renqueando, le dan la bolsa del corredor, le tumban en la ambulancia, le curan y lo mandan al hospital de Málaga con el que la compañía aseguradora tiene concertada la atención a prestar a sus asegurados. Le hacen una maravilla de cura, con una férula de ésas que no pesan, hinchables… etc. Además, y mira qué suerte, como resulta ser el único inscrito de su edad, a pesar de no entrar en los primeros lugares, es, por ser el único, el primero, con lo que consigue 300 €. Claro, todo esto se conoció al cabo de los meses, pero no pudo demostrarse, y el siguiente año la compañía de seguros subió a Cajiz la prima, con lo que se tuvieron que rebajar los premios y regalos. Hubo quien hizo lo mismo que el año anterior Juan Antonio, volviéndose a repetir, pero con más listillos, el asunto. En esta ocasión, ni siquiera había lesiones, sólo que, cuando vieron algunos que no iban a conseguir nada en Iznate, se cruzaron a Cajiz. En la próxima edición, la aseguradora puso tan alta la prima, que la carrera no se pudo celebrar.

Intervine yo para decir que me venía a la cabeza un caso, y se lo iba a contar, para ver si yo había entendido lo que en esta parábola nos había contado a Miguel y a mí. Resulta que mi amigo Lifa trabajaba mucho –eso es verdad, era un currante tope, no era malfainero, no-, y ganaba mucho. Todo. Es decir, no cotizaba a la Seguridad Social ni a nada, era un obrero muy trabajador, pero nada más. Yo le decía que me parecía mal porque no consideraba que vivía en una sociedad que se basa en que todos hemos de sostenerla con nuestras aportaciones. Si queremos servicios, hemos de aportar algo para mantenerlos. Es, Lifa -le decía yo-, como si no siendo socio del Tauste quisieras tener los beneficios que serlo te da derecho. Él era muy displicente con esto cuando lo sacaba yo a colación. Decía que no quería mantener vagos. Pero, Lifa, le decía yo, piensa en ti, realmente en ti, no pienses en los otros si no quieres, tú querrás tener algo cuando seas viejo. Sin embargo, si no cotizas, te quedará una pensión muy baja, y eso porque funcionan los servicios, que realmente no te correspondería ninguna, pero hay, según creo, un mínimo. Él decía que quería los billetes ahora, que más adelante no pensaba. Mira por donde, y me jode, aún no tenía los cuarenta cuando se le declaró una enfermedad que lo dejó imposibilitado para trabajar. Cuando fui a verlo, en casa con sus padres muy mayores, estaba muy triste porque, con lo activo que él era, no podía sino estar allí quieto, moviendo, en un aparatejo rehabilitador, una mano y el brazo correspondiente. También, me miraba y me decía que le había quedado una pensión misérrima, me miraba con expresión de culpa. Al cabo, a Lifa volvieron a operarle el cerebelo y poco después murió. Lo sentí mucho. Era buena gente.

Tras un leve silencio, Rafa me dijo que sí, que venía a cuento mi cuento. Le dije que, por desgracia, no lo era, que era cierto. Y habrá más casos así. Le pregunté que de qué hablaban, por cierto, cuando llegué y trataba de hacerse entender por Miguel. Me dijo que por una cosa que habían leído en un periódico.

viernes, 13 de noviembre de 2009

PRENSAMIENTOS


Leo desde ayer en diferentes medios las declaraciones del portavoz de los obispos, Juan Antonio Martínez Camino, acerca del proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Entre otras perlas, entresaco una que dice este individuo: "Los católicos que mantengan que es legítimo quitar la vida, incurrirán en herejía y, por tanto, la excomunión". Por desgracia, aún soy oficialmente católico, así que, como mantengo que es legítimo el aborto y, según, él, eso es quitar la vida, estoy incurriendo, públicamente además, en herejía. Así pues, reclamo mi “pena”: excomúlguenme de una vez ya, que no hay manera. No, no tengo posibilidades de elección. No tuve la ocasión de decidir cuando, recién nacido, me incluyeron en su club. Y ahora no veo cómo borrarme, ahora que puedo tomar decisiones. Fijaos en que hasta Jorge Fernández Díaz, numerario del Opus Dei, dijo al hilo de las declaraciones-disparate arriba referidas, entiendo que con un atisbo de ironía, que “Creía que la Inquisición había desaparecido hace varios siglos".

Pero, puesto que no merece la pena seguir por estos derroteros, hablaré de otras noticias del club católico que también tuve ocasión de conocer ayer. En The Washington Post se leía que la Archidiócesis Católica de Washington había decidido chantajear a las autoridades de la capital estadounidense para que dejen de apoyar una ley que permita los matrimonios de personas del mismo sexo. ¿Cómo?, fácil: la Iglesia amenaza con dejar de prestar los servicios sociales que hasta ahora viene realizando. Susan Gibbs, portavoz de la archidiócesis, dijo al periódico que "Si la ciudad necesita esto, nosotros no lo podemos hacer" (que no pueden seguir prestando los servicios, si se aprueba la ley). Peter Rosenstein, que es una autoridad de esa ciudad en lo que a servicios sociales concierne dijo: "El problema aquí es que están utilizando los fondos públicos para permitir que la gente discrimine a las parejas gays". En fin, esto es un resumen. Así se las gastan.

Y se pueden ver más cosas, dichas por el club, ésta por el jefe supremo: se pronuncia en contra del uso del condón precisamente en África, justo antes de llegar a Yaundé, donde tanto infectado hay por el HIV –el virus del SIDA-. Hecha en el avión, es su primera declaración explícita sobre el tema, que incluso ha dividido al clero que trabaja con las personas contagiadas. ¡Tela!

También me enteré ayer -¡qué denso fue el día!- de que, orientada a jóvenes de entre 14 y 17 años, el Consejo de la Juventud y la Consejería de Igualdad y Empleo de la Junta de Extremadura han impulsado una campaña de educación afectivo-sexual, programa que se llama El placer en tus manos. Explican los responsables que las charlas tratan “la sexualidad y, sobre todo, la afectividad de forma objetiva, sana, sencilla y cercana”. Dicen que los contenidos de la campaña tienen como objetivo desmontar “los falsos mitos que surgen en los corrillos de los jóvenes” y la educación en la sexualidad de “forma sana y coloquial”. Además, el curso abunda en temas relacionados con “la autoestima y el autoconocimiento del joven”, trabaja la “no violencia” y explica “cómo tener una pareja de forma sana”. Para la consejera de Igualdad y Empleo extremeña, Pilar Lucio, el objetivo de la campaña es “fomentar la igualdad a través de la mujer” y “hacer educación afectivo sexual para prevenir embarazos” no deseados entre los jóvenes. Pues bien, diarios como La Razón rebautizan el programa como “los talleres de masturbación” de la Junta (supongo, sólo supongo, pues no he tenido acceso a pronunciamiento alguno, que también estarán en la misma onda la Iglesia Católica –me refiero todo el rato a la institución, al club oficial - y el grupo o colectivo que hay quien ha dado en llamar, junto al PP y los medios del estilo del mencionado, “la caverna”). Se podría decir ahora el consabido “sin comentarios”, pero no, no lo voy a decir, voy a hacer comentarios porque me viene todo ello al pelo para llegar a donde quería.

Pretendí dar un curso en la Casa de Cultura al que puse el nombre de “Emociones y sexo”. Expliqué que la pretensión es la de acercarnos a la sexualidad sin cuerdas ni mordazas, en libertad, para, con el conocimiento y la educación, manejar nuestras emociones y poder vivir de manera plena, placentera, satisfactoria, relajada. Para, en fin, ser lo más sanos y felices que podamos. Iba dirigido a personas de cualquier edad y orientación sexual, a cualquier persona que sienta la sexualidad como un aspecto más del desarrollo humano y personal, no sólo a jóvenes –que también-, como los extremeños. Sin embargo, no se va a impartir, pues no se ha alcanzado el mínimo indispensable de inscripciones para ello: diez.

Irónicamente se puede decir que el motivo es que todo el mundo sabe todo del sexo y, por tanto, a qué asistir. Creo, sin embargo, que la realidad es que el tema sigue inspirando lo que llamamos “respeto”, que sigue siendo tabú. Habrá quien se manifieste respecto a la noticia extremeña en contra de La Razón y, sin embargo, no acude a este tipo de cursos. Es más, puede que haya quienes quisieran pero, por el precio, no pudieran. No proclamo que sea obligatorio asistir como única e imprescindible manera de vivir. Sólo digo que pienso que es una pena porque creo que nos hubiera enriquecido a todos, pues no tenía pensado darlo en formato de lecciones magistrales, con argumentos irrefutables e ideas y recomendaciones directivas. Pensaba hacerlo de manera que todo el que asistiera participara de verdad, aportando visiones, interpretaciones, dudas, etc. Quería procurar, como suele decirse tanto hoy, la “interactuación”. Bueno, en cualquier caso, me hago cargo.

No he hecho enlaces para que no os distraigáis, pero podéis leer cada cosa a la que me refiero tracamandeando en el google, que sé que lo sabéis hacer.

jueves, 12 de noviembre de 2009

MON VOYAGE À PARIS


Un pedestal, sin inscripción alguna
y sin estatua alguna (están locos)

Mi querida, mi muy querida y añorada Mireille:

He estado callado, pero no quieto, durante todo este tiempo. Claro, ha habido bastantes cosillas. Como ya te he dicho, he estado en París, entre otras. En tu Paguí –hay que ver, cómo se pega el deje-. Y te envío imágenes que me parecen adecuadas (ad hoc, te acuerdas, ¿no?).

Nunca había ido yo por allí. Aunque soy muy de mirar, ver y disfrutar la arquitectura, amén de otras artes, fíjate que no me seducía tanto, quizá por haberlo visto en muchas fotos y películas, por resultarme tópico. En fin, que tenía ganas, pero no de lo típico.

Es verdad que es digno de ver, eso no lo voy a poner, siquiera, en entredicho.

Para empezar, nuestro hotel estaba en el corazón de Montmartre. Al primer sitio que fuimos –antes, incluso, de subir las maletas a la chambre à coucher- fue al cementerio del Norte, al Cimètiere de Montmartre. No soy mitómano, precisamente, pero me gustó ver la tumba de Truffaut, lo austera que es. Me gustan mucho sus películas –“Les quatre cents coups” bien sabes que es una de las que prefiero de toda la filmografía mundial del mundo-. Vimos también, cómo no –está en la entrada, bien grande- la de Zola. Y nos encontramos con las de Stendhal y Berlioz –ah, su "Symphonie fantastique"-.


La tumba de Truffaut, mi edad tenía cuando murió

Después nos asomamos al Mercado de las Pulgas. Luego, al Sacré Coeur. En fin, fuimos por zonas completamente turísticas. No me apetecía a mí ver tanto turista. Quería ver a los indígenas parisinos. Quería ver cómo se desenvolvían. Lo conseguí por la zona de la rue Lepic, cerca de la Place de Clichy –que, por cierto, menudos precios llevan los restaurantes que me recomendaste en esa calle, La Divette du Moulin y el Lux-. Allí abajo, en Pigalle, como parece habitual, el Moulin Rouge suele defraudar. Pero yo me lo esperaba, así que me dio igual. Sí que me fijé en algo de lo que no os había oído hablar, y que está al lado, le Musée de l’érotisme.

El día siguiente al de la llegada, como habíamos quedado con Christophe y Amélie en la puerta del museo de Rodin, pero por la tarde, nos fuimos por la mañana a ver cosas. Nada más llegar a les Tuileries, había una mani en contra de Lagerfeld, que exponía la moda prêt-à-porter de la primavera que viene. Decían las pancartas que tenía las manos manchadas de sangre. Y seguí disfrutando del modo de desenvolverse los indígenas parisinos –que, dicho sea de paso, llamo indígena al parisino de cualquier color, sexo o edad al que se le nota, y se le nota, no por el glamour, como me dijo alguien antes de ir, sino, no sé, otra cosa, otro estilo, quizá el indígena de París es “chic”-. Se les ve hasta haciendo deporte, hasta a una mujer mayor, a las mil y mona, paseando el perro por la calle Damrémont, sin preocuparse de que la miren. Y, además, las indígenas mujeres, jo, en general, qué guapas, qué atractivas son (fíjate en la reportera de la derecha de la foto de ahí abajo, la de la mini negra).


Bueno, que me voy del tema y va a salir muy larga esta carta. Te quiero reprochar que no me avisaras de que existe el museo de L’Orangerie. Menos mal que, curioseando la manifestación y las manifestantas, fotógrafas y modelas, vimos allí al lado una edificación y, como prisa no teníamos, nos acercamos a ver qué era. Menos mal. L’Orangerie, el templo, se me ocurre decir, de Monet. Disfrutamos de Les Nymphéas. Por supuesto, no menosprecio a Paul Guillaume, ni a Cézanne, Renoir, Rousseau, Modigliani, Matisse, Picasso, Derain, Utrillo o Soutine, ni, en fin a todo lo que hay allí, pero los Nenúfares, no sé si decirlo, lo eclipsan todo. Para mí, claro. En fin, lo disfrutamos. Y no nos cansamos: es pequeño y se puede ver con calma y por entero.

Después nos dimos la paliza de, andandito, acercarnos por la Avenue des Champs-Élysées hasta la Place de l'Etoile para ver el Arc de Triomphe. Luego de subir (dos veces) los no sé cuántos escalones que tiene, volvimos a bajar y nos metimos hacia Les Invalides, pasando por entre Le Grand Palais y Le Petit Palais, para atravesar el río por el Pont Alexandre III (algo hortera ya es, ya). Y de allí al Musée de Rodin. Éstos no habían llegado aún, así que, como era pronto y supusimos que lo conocían, nos metimos. Y, no te lo pierdas, algunas de las esculturas que faltaban están expuestas en Málaga hasta enero de 2010. A ver si aún me da tiempo de bajar y verlas.

Le Penseur

Cuando salimos, allí estaban los dos esperándonos. Y se sorprendieron de que apareciéramos por su retaguardia. Fue muy agradable nuestro encuentro, hacía dos años que no nos veíamos –bueno, con Amélie he estado este verano en el Pirineo, pero ésa es otra historia-. Fuimos paseando hacia L’Ile de la Cité, para ver Notre Dame y todo eso. Pero, lo mismo que les dije, te digo: sin quitar mérito, pues lo tiene, me cansaba de ver semejantes suntuosidades. Muy bien hechas, muy majas, pero, por un lado, tantas y tan similares y ordenadas, y, por otro, eso, tan suntuosas, me cansaban. Llegamos al Orsay y, jolín, qué decir, es difícil decir alguna palabra nueva, si no imposible, para calificarlo. En L’Ile, empiezas con La Conciergerie, sigues por la Petit Chapelle, le Marché des Plantes –por cierto, los periquitos allí están más baratos que aquí, las jaulas no, que son mucho más caras-, Notre Dame... qué sé yo, es todo una maravilla. Y, otra vez por cierto, se celebraba algún acto litúrgico y aquello estaba atestado, para que luego digas que aquí el personal es beato. Pero, en fin, mejor ir tranquilo y, por supuesto, no dejar de observar al personal, eso de ninguna manera –bueno, vuelvo a lo mismo: los turistas son, o somos, iguales en todos los sitios, yo me refiero, aunque me digas pesado, al personal de allí, los indígenas, los "chics" parisinos-.

La Sainte Chapelle chapada: había un concierto y
menuda forma -cutre- de anunciarlo

La parejita estaba fresca, y nos propusieron dar un paseíto por Montparnasse, barrio Latino y eso. Pues nada, emprendimos y por el Bvd. Saint Germain seguía alucinando viendo cosas y viendo gente, pero los kilos de metros que llevábamos andados estaban haciendo mella ya en nuestras piernas. Nos metimos en un Bistro –al que nos invitaron ellos, que nosotros vamos pelín escasos monetariamente hablando-, al lado mismo del boulevard, el Chez Toutoune. He averiguado –me lo dijo la loca de Amélie- de dónde procede la palabra Bistro –o Bistrot, como se prefiera-. No sé si sólo es una de las teorías o leyendas, sin que sea la segura, pero me la quedo, es la que más me gusta. Aunque no sé por qué, quizá por lo que signifique de eclecticismo, de lo contrario del chauvinismo, estereotipo tan parisino, por otra parte. Ya me dijo que tú también lo sabías. Nos recompusimos muchas partes del cuerpo, y charramos mucho y bien. Quedamos, además, en que el día siguiente ("al otrol día", no te olvidas, ¿verdad?) nos pasearíamos por algún otro sitio, conociendo nuestros gustos, para que no todo fuera ver cosas típico-tópicas. Eso sí, a partir de las cuatro o así, pues trabajaban. En el Toutoune no sólo es provenzal la comida: aún no nos habíamos sentado cuando empezó a sonar Les copains d’abord. El bueno de Brassens; me encanta que me aparezca hasta en la sopa –después de ella, famoso primer plato del lugar, nos comimos unos "moules" que para qué quieres más-. Y nada, hablamos de ti. Mireille, los cuatro estuvimos de acuerdo –aunque Mariajosé te conozca menos, también te conoce- en que, aun siendo tu amado Sète la leche, no parece que te esté haciendo bien seguir tanto tiempo allá. Todos creemos que, o te vuelves a Paris, o te vienes a Tauste, que son los sitios en los que has sido feliz y has estado en tu salsa. Sète es precioso. Es tranquilo. Es... muchas cosas es. Pero en Sète te consumes. De todo, de inactividad, de melancolía, de todo lo pasado y de ti misma. Te digo esto porque te quiero, no para fastidiarte.

Chez Toutoune


Bueno, que sigo. Nos acompañaron hacia la parada del metro de la rue du Bac. Justo antes de llegar, inopinadamente, apareció la iglesia de Saint-Germain des Prés. Nadie me había advertido y, chica, eso sí que fue un impacto. No me lo esperaba. Me dejó tocado. Muy impresionado me quedé. Es imposible saber qué me resultó de más maravilla, si el interior o el exterior (dentro de la iglesia, la Chapelle de Sainte Geneviève -es el nombre de mi madre, por cierto-, es la que ves ahí arriba).

Roberto y Mariajosé, en La Grande Place de Bruselas

Llovía a mares el siguiente día, así que nos fuimos en bus (por cierto, allí no vimos pagar ni a una décima parte de los indígenas, tan “chics” ellos, que se montaron. En Bruselas, donde también sucedía eso –bueno, allí no vi a nadie pagar, no al diez por cien, sino a nadie-, no me extrañó tanto. Bruselas, siendo también cosmopolita, la percibo joven o, quizá, más provinciana -aunque no estoy seguro de haberme explicado bien, sé que me entiendes- y, por tanto, ese acontecimiento es más de esperar. En Roma he oído que sucede lo mismo. También, y en este caso porque son italianos, bueno, romanos, es algo que no suena a inusitado, incluso, por el contrario, parece que piensas que así ha de ser. Pero París es ecléctico y no lo es desde ayer. Incluso Bruselas, aun contando con tantas culturas entre sus componentes, me parece que aún no ha llegado a asimilarlas todas, aún hay estanqueidades muy marcadas. En París, como toda megaurbe, habrá zonas e incluso “ghettos”, no digo que no, pero la cosa está asimilada, como te digo, la cuestión cultural existe no en lo uniforme, pero sí en cuanto a que existe el indígena parisino –que, por otra parte, no creo que tenga que ver con la patochada que a Sarkozy se le ha ocurrido con lo de la esencia de lo francés-, que es una persona compuesta de muchas culturas asimiladas que forman un ser completo y equilibrado o armonioso... aunque, pensando en “La elegancia del erizo”, se me viene abajo el "chambao"). Fuimos, como te digo, al Louvre y esas cosas, todas muy chulas. Yo, desde muy joven, tenía ganas de ver el Centro Pompidou. Y, por fin, lo conseguí. Días después, pocos, en el Caixa Forum de Madrid, vimos un monográfico de arquitectura y una sala entera fue para Richard Rogers, quien habló en un vídeo de Renzo Piano, y Gianfranco Franchini, los tres que lo habían diseñado. No me digas que no es casualidad. Luego, y aunque con no muchas ganas, nos encaminamos a Les Vosgues. Y, nueva sorpresa, el acceso, por obras, era a través del Jeu de Paume. ¡El Jeu de Paume! Sin buscarlo, sin haber programado verlo, me di de narices con él. Otra suerte. En Les Vosgues nos reímos viendo los precios de las casas, pero, sobre todo, por las comisiones de las inmobiliarias: había una que se vendía por tres millones y tres cuartos y la inmobiliaria percibía un millón setecientos mil. En serio. No sé cuánto podrá costar la casa de Victor Hugo, que está allí, en el número 6 me parece. Vente pa España, Mireille, que te lo puedes permitir.

Un pedacico del Jeu de Paume

Bueno, que he de abreviar. Nos encontramos a eso de las cuatro en la Place de la République, tras subir desde la de la Bastille.


Una lección de aparcamiento

Nos llevaron, tras pasearnos por el Port de la Rapée, nuevamente al Pont Neuf, donde nos montamos en un cacharro de la empresa, creo, "Les Vedettes du Pont Neuf" para dar la clásica tournée de una hora por la Seine. Y después, en su coche –tela, cómo conducen estos indígenas, si hay embotellamiento, que los hay cada dos por tres, se van al otro carril o lo que haga falta, eso sí, no vi mosquearse a nadie, aunque tocan la bocina rápido, pero sin acritud, en serio te lo digo-, fuimos a Jazz em Montmartre. Es una zona muy guachi en la Place des Abbesses, rodeada de árboles, en la desembocadura de la calle Vieuville a la plaza, ahí está ese rinconcico. Está enfrente, te lo digo porque me hizo gracia, del llamado Mur des je t’aime... Están al aire libre, que no te lo había dicho. Allí tuvimos la potra de ver el trío de free jazz que forman Andrew Cyrille, Oliver Lake y Reggie Workman. No me extiendo, porque no va a caber la carta en sobre alguno, pero ya hablaremos de ellos cuando nos veamos y nos dé por hablar de música. Sólo te digo ahora que lo pasamos de miedo.

Ahí, más arriba del metro, está la zona que te digo

Después nos dejaron en el hotel y nos despedimos, que salían para Berlín al día siguiente –no sé a qué congreso asistían- y, cuando volvieran, ya nos habríamos marchado nosotros. Quedamos en vernos, contigo, en breve, aquí o donde sea.

Al día siguiente, en fin, nos acercamos al Musée de L’érotisme. Tampoco había oído hablar de él, como te he dicho al principio. Está en Pigalle, por si lo desconoces –bueno, qué tontería: puedes buscarlo en internet-. También lo disfrutamos. Tomé nota de algo que había escrito allí. Te lo escribo, para ir acabando:

"Contrairement à l’Occident, où le plaisir a toujours été considéré coupable, en Orient, le sexe y était considéré comme source de félicité et de santé".

Ya sabes que me gustan los dessins de Barbe. Voilà

(vimos una exposición suya en Le Musée de L'érotisme)

Pienso volver a París. Espero verte, Mireille querida, allí.

Un beso.


Para quienes no sepan francés, ahí va la traducción del párrafo: "Contrariamente a Occidente, donde el placer ha sido siempre considerado culpable, en Oriente, el sexo era considerado como fuente de felicidad y de salud".

Y por si queréis saber o ver más cosas -Mireille las conoce todas, creo-, ahí pongo algún enlace: