DIGNIDAD

martes, 4 de agosto de 2009

THE SILVER BEATS ABREN LA VI EDICIÓN DE “EN VERANO AL RECREO”

La mejor foto que pude obtener con mi cámara

Ya se ha celebrado la primera de las sesiones de la edición de 2009 de “En verano, al recreo”.

Vino mi Laura el jueves con Alberto, su novio, y les dije que habían tenido arte al caer en estas fechas, pues iban a poder ver actuar en el recreo a The Silver Beats –Laura conoce a Txema desde que era chiquitilla-. Le hizo mucha ilusión.

El viernes llegaron, en una furgona atestada, tres de los miembros del grupo, Jesús, Juan y Txema. Se habían pegado una paliza de 10 horas desde Málaga. Los otros dos llegaron el sábado, por motivos de índole laboral Antonio y familiar Juan -Tocayo, tío, que se os arreglen las cosas a ti y a Tere, que estuve muy a gusto contigo aunque fuera tan poquico rato y que tenemos mucho que hablar aún-. Tras cenar, los dos primeros, muy prudentes ellos, se recogieron. Pero Txema y yo, que no habíamos tenido ocasión de charrar en condiciones desde hacía mucho –en mayo, en Málaga, estuvimos un ratico nada más en su casa-, nos fuimos por ahí. Y nos fuimos a dormir cuando faltaba poco para las seis de la madrugá.

Habíamos quedado con Emeesecé, el insigne prócer, a media mañana. Así que a las nueve menos diez estaba comprando yo el periódico y, poco después, todos a prepararse para acudir a la cita. Aún nos entretuvimos, había mucho que preparar o arreglar, tras la vorágine del día anterior.

Pero, en fin, pasadas las once, ante Santa María, iniciamos la visita que tenía yo ganas que emprendieran, tanto Laura y Alberto, como Jesús, Juan y Txema. La ascensión a la Torre de Tauste, a pesar de su dificultad, no fue una perja, creo que, en buena medida, gracias a las enseñanzas que nos fue proporcionando nuestro guía de manera amena, y jocosa en no pocas ocasiones –su manera, en fin-. Aunque a Txema se le atragantó un poco el último tramo, él solico lo superó. O sea, podríamos atribuir un milagro a nuestra torre, pues aquél fue un acontecimiento terapéutico, al fin y al cabo, una persona humana superó una fobia. Bien, una vez rematamos allí, nos iluminó Manué con sus conocimientos, transmitiéndonoslos, acerca de los altares de la iglesia y nos mostró los adentros, tanto del Retablo del altar mayor, como del Torno de Santa Catalina. No pudo venirse, pues tenía quien le esperaba, a la Topera, a echar el “Vermú”. Teníais que haber visto las caras que pusieron los Beatles malagueños conforme degustaban las Anchobas –con mayúscula, qué leches-. Pidieron dos veces más. Contando que íbamos a comer en casa y que hacía calor y que tenían que montar las cosas, probarlo todo y, luego, actuar, yo estaba preocupadín. Sin embargo, demostraron ser profesionales: fueron frugales en comercio y en bebercio. Y, además, unos –los que más habían dormido la noche pasada- se fueron a ensayar, calentando dedos y voz, y el otro, Txema, se echó una siestica muy reparadora, después y antes de seguir hablando de la torre: fue un impacto, le maravilló todo, pero lo que más recordaba y nombraba era la bóveda, los ladrillos disminuyendo la luz hasta encontrarse.

A las seis en punto, ya estábamos en la escuela –sí, ésa, la que me encantaría que se llamara Escuela 23 de abril-; allí los dejamos montando el tinglao y Mariajosé y yo nos fuimos a Gallur a buscar a Antonio, que venía en el tren de las 18:16. Observábamos el cielo y notábamos el aire y pensábamos si se iba a fastidiar el concierto, como consecuencia del tronadón que parecía avecinarse. Cayó una buena cantidad de agua, pero a poco más de las siete ya había acabado y había quedado un ambiente muy agradable.

También nos pusimos a montar nosotros: las sillas, las mesas, la barra. En ésas estábamos cuando aparecieron los moteros de Toledo, que vinieron en coche. También vino una cuadrillica de Zaragoza que conocía Juan (Márquez). Nosotros no sabíamos cuántas sillas poner, pues quedaría muy feo si venía poca gente y había muchos vacíos. Decidimos poner 110 plazas. Al final, parece que brincamos de los 150 asistentes.

El costumbrico de no ser puntuales llevó a que no empezaran, como estaba convenido, a las 10. Pero, a las 10 y cuarto, ya había personal suficiente y no era plan de tener esperando a los que habían sido respetuosos llegando a la hora.

Una vez aquello dio inicio, era para ir viendo las caras del público. Por resumir, yo diría que el asombro era lo general: creo que les resultaba difícil creer que aquellos cinco parecieran talmente los Beatles –interpretando, claro, que en lo físico no-. Traían, así nos lo mostraron a Pilar Fresco y a mí, repertorio preparado para actuar dos horas y media. Les dijimos que quizás iba a ser demasiado; así que convinimos en que durara hora y media, que acabó siendo y tres cuartos. A todos, ellos los primeros, se nos hizo corto. Estaban nerviosos al principio, era la primera vez que actuaban tan lejos de Málaga, desde luego, la primera en Aragón, además de ser su concierto tricentésimo. Pero en seguida empezó la cosa a rodar y todos disfrutamos. Siguen creciendo, desde la última vez que los vi tocar, en noviembre de 1999 –no lo había dicho aún, fue en un homenaje, cuyos motivos no voy a contar ahora, que me hicieron en un momento muy especial y en un sitio también especial, tanto para Txema como para mí y alguno más, como Eva, Paqui, Miguel, Pepe, Gertrude y mis hijos, entre otros-. Cuando ya empezaba el personal a disgregarse y concentrarse en los güegos fritos, aparecieron tres o cuatro personas que habían estado dando vueltas por Zaragoza buscándolos. Eran unos oscenses beatlemanos –aunque ella es argentina, todos viven en Huesca- que se habían enterado de la actuación, pero no supieron que iba a ser en Tauste hasta muy tarde. Llegaron casi nada más acabar el concierto. Qué lástima. Txema, Alberto y yo aún aguantamos luego en casa hasta las 05:52, venga a hablar, bien a gusto. Txema, estuviste "sembrao" toda la noche.

The Silver Beats, en los escasos dos días que estuvieron en Tauste, se empapuzaron bien de lo nuestro -incluso de güegos fritos para recenar tras su concierto-. Se llevaron un buen sabor de boca de su presencia aquí y nos dejaron un buen sabor de boca de lo que hacen. ¡Que hay que ver cómo lo hacen! Ya tengo ganas de que vuelvan.


2 comentarios:

JAIME CARBONEL dijo...

Pues muy bien, que estuvieron. La verdad es que disfrutamos todos mucho. Muy bien ellos y muy bien el ambiente en general; sobre todo, muy acogedor, en ese marco incomparable.
Ya es el sexto año que se celebra este evento y, generalmente, suelen estar muy bien. Encima, barato, con consumición incluída... una buena forma de pasar un rato en las noches veraniegas de sábado. Esta vez, hubo una afluencia de público aceptable, pero otras veces no tanto. Siempre me voy con el temor de que al año que viene no se volverá a hacer, por el poco aprecio que sabemos hacer los taustanos a lo que otros, con tanta ilusión y desinterés, organizan y desarrollan.
Muchas felicidades a todos los que os lo trabajáis.
Ojalá que dure muchos años más, que vaya creciendo y quede instituido como algo más en el haber de Tauste.

Rockberto dijo...

Muchas gracias, Jaime: las palmadas en la espalda, además de ser de agradecer, también son más eficaces, efectivas y eficientes que las bofetadas o la indiferencia.
Y no temas: esto, si se acaba, no será porque los que estamos en ello cejemos, tendrá que ser otra la causa (que podría haberla, claro es).