DIGNIDAD

jueves, 21 de mayo de 2009

LA CARAVANA DEL CERVANTES



Mi amigo Miguel vive en una caravana.

He estado desconectado porque he estado en Málaga disfrutándola y porque no podía conectarme. Durante diez días, desde el 10 hasta el 20 de mayo. Pocos días han sido.

Me quedé en la casa de mi primo Manolo, Manolo Segovia, le decimos todos, aunque su primer apellido sea Montilla. Qué majo y cariñoso... ¡¡¡y qué hipocondríaco, el jodido!!! La definición de la hipocondría es mi primo Manolo. Si las enfermedades tuvieran cupos, se distribuyeran por cupos, habría mucho malagueño sano gracias a él: las padece todas, de manera que muchos se salvarían. ¡Ay, Manolillo Segovia!

Mi tía Isabel, que me dio recuerdos para Conchita Beltrán y... jo, no recuerdo ahora más que a Concha, se pegó buen rato contándome sus andanzas con ella y con Carmen Longás y con Tolín, en fin, que su periplo taustano, a pesar de los años que hace dello, le ha dejado una huella indeleble. Siempre que lo rememora ante mí, le noto una cara de felicidad, una sonrisa y una paz, que me hacen pensar que no son su cotidianeidad, precisamente. Es verdad que tiene tarea con mi tío Manolo y con mi tía Mari.

El primer día descubrí el caos circulatorio en que se ha convertido esa ciudad que me encanta (soy muy taustano, pero también siento Málaga bien dentro). Mi padre siempre decía, cuando éramos pequeños e íbamos allá a veranear con mis abuelos, tíos y primos –mi familia malagueña es pechá de larga-, que los conductores malagueños no eran muy buenos, pero no se cabreaban nunca, eran calmos. Tiempo después la cosa cambió y se equipararon a los capullos que pitan por todo, como si fueran a arreglar algo de esa guisa. Incluso se encabronaban rápido: estaban perdiendo la tranquilidad, el saber estar del malagueño. Sin embargo ahora, ahora que la cosa es complicada de veras por culpa del metro y no sé cuántas obras –alguien me dijo que en un mes se han acometido 150 en plan estorbar, no de poner unas baldosicas en una cocina- el malagueño muestra su esencia: no hay un cabreo, te dejan pasar, aunque estén metidos en un atasco que sacaría de sus casillas a más de uno, no ves malas caras.

Aragón se exhibe en Calle Larios

Te vas y, por 6’5 €, te quitas el sabor del gasoil con un gazpachuelo, unas coquinas y un plato de pintarroja en adobo, con cervecita y un cafelito de Santa Cristina. Aunque podrías haber elegido otro menú, porque te ponen un mínimo de cinco primeros y otros tantos, o más, de segundos. A todo esto, el día está bien empezado si te has metido entre pecho y espalda una o dos tostadas de pan cateto con lomo en manteca colorá y un mitad doble. Bueno, dejo todo esto, que aún me voy a volver otros quince diícas.

El miércoles, pues Mariajosé no la conocía, nos fuimos a Ronda. No se puede decir mucho, aunque veas imágenes de Ronda, acerca de lo que aquella ciudad es y transmite: hay que ir, por tópico que suene, y dejarse llevar por el ritmo, dejar que te entre e imaginar a Rilke y envidiarle por poder retirarse allá, contemplar la ciudad, inspirarse, estar solo en ella y con ella. Luego nos fuimos por el Valle del Genal, comimos en Atajate, pasamos por Benadalid, Benalauría, Algatocín, Montejaque, paramos buen rato a recorrer Casares, que es donde nació Blas Infante, el “padre” de la patria andaluza –imagino que sería comparable a nuestro Joaquín Costa-, un pueblo precioso y de que cuyo alcalde era detenido ese día por cohecho nos enteramos justo cuando salíamos de allí, lo oímos en la radio. Después accedimos a la costa por Sabinillas (San Luis de Sabinillas, se llama, pero todos decimos Sabinillas, nada más). A partir de ahí, hacia Málaga, son más de 100 kms. Bueno, pues no dejas de ver edificaciones en toda esa distancia. Y piensas cuántas serán legales. Es que uno va ya tan escéptico por ahí. Así que no sabes dónde empieza Estepona (ves Costa Natura en medio de casas y hoteles –es un núcleo naturista que recuerdo perfectamente aislado y agradable-), ni en qué sitio estaba el cartel de San Pedro de Alcántara, pero estás dentro, ni los de Marbella, Mijas Costa, Fuengirola, Benalmádena, Torremolinos... bueno, el de Málaga sí, ése se ve bien: está el aeropuerto antes. Qué horror especulativo. Qué indecencia. Qué distinto de la descripción que hizo Gamel Woolsey en su libro “El otro reino de la muerte” de esa zona, desde Churriana a Málaga. Por cierto, estuvimos en el cementerio inglés y tiramos esa foto de las tumbas de ambos cónyuges.




Pero, sobre todo, de lo que he disfrutado ha sido de mis amigos. ¡Qué palabra! ¡Y qué fundamental es tenerlos! He podido ver cosas que, luego, al interpretarlas, pueden ser completamente distintas de como las veo. Me da igual, yo voy a contar mi punto de vista.

Como digo al principio, Miguel vive en una caravana, en ésa de la foto.

Mi amigo Txema vive en una casa bien maja. En un momento determinado, cuando nos despedíamos, le hablé de que hacía poco había oído –y visto- interpretar una versión “swing” de Blackbird, de Beatles. Se me llevó a un cuarto que tiene absolutamente insonorizado, con pianos y otros instrumentos musicales, mesas de mezclas, ordenadores y un sinfín de cosas, cogió una guitarra y la interpretó de maravilla. Los Silver Beats es un grupo que hace versiones de los Beatles, él toca el bajo. Lo hacen realmente bien. Lo pasan bien haciéndolo. Así –y de otras muchas maneras- se entretiene Txema. Bueno, cada uno tiene sus cadaunadas.
Mi amiga Gertrude sé que se ha roto una pata, pero no lo sé por ella, la bruja no me ha dicho nada y no he podido verla. A ver, ahora que sale aquí “publicada”, si me dice algo, si resuella por algún lado.

Mi amiga Paqui, que se pegó un buen rato tocándome los cojones, me encanta. Es la dulzura en todos los sentidos. Incluso en el físico. Incluso a pesar de algunas cosas. Me ha dicho, y creo que lo va a cumplir, que vendrá a Tauste no tardando mucho, quizás en la Feria de Málaga, que es a mitad de agosto.

Mi amiga Eva, que me dijo que las está pasando bien malas, me dijo que prefería que no nos viéramos, que por ahora no quería ver a nadie. Y el domingo, cuando entrábamos Mariajosé y yo al Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, ella salía... se echó a reír, me dio un besico y me dijo: “es que eres inevitable”. Yo quiero que salga de esa situación que tanto le jode. Me ofrecí, le dije que me tenía para lo que fuera. Espero que no sólo salga al CAC y espero que nos use a los amigos, que para algo estamos. Me encantó verla reír. Eva, la risa es demasiado. Y yo inevitable, que lo sepas. Que lo sabes.

Mi amigo Pepe lleva lo menos cuatro años en una encrucijada. A la intemperie. Hay en las encrucijadas, en muchas, vendedores de melones y de chumbos y de espárragos... pero todos están, aun a la intemperie, algo menos expuestos que Pepe: están bajo un chambao o bajo un sombrero de paja, al menos. Mi amigo Pepe está expuesto a todo el peso de la intemperie. Y en cada camino, quienes esperan que se decida, esperan a la intemperie también. En ese carrefour no puede quedarse eternamente. Ni pueden esperarle eternamente. Puede pasar que alguien se canse de esperar, o que todos los que esperan se cansen. Puede que se decida por algún camino, y alguien quedará tocado. Pero seguirá su rumbo sin él y sobrevivirá. Vivirá. Es dañosa la incertidumbre, la duda en la que está apalancado mi amigo. Lo es para él y lo es para los demás. Es insoportable. Y cuanto más permanezca indeciso, sin escuchar las voces que le dicen qué hacer, a su corazón, peor e insanamente permanecerá sin vivir. Lo cual es una tontada: cada momento no vivido es momento muerto. En fin, Pepe, al que quiero de verdad, está parado, indeciso.

Mi amigo Miguel, en cambio, ha decidido vivir en una caravana. Miguel ha tomado a lo largo de su vida decisiones muy drásticas y, no pocas, estrambóticas o extravagantes para más de uno y más de dos. Ha hecho cosas muy inesperadas y ha sorprendido a muchos que tenía cerca. Miguel no es un minmundi, es un tío coherente, que asume los errores que ha cometido, que ha rectificado cuando ha considerado preciso y que se ha lanzado hacia aquello en lo que creía. Nunca lo ha hecho de manera insensata, siempre ha pensado bien lo que hacía y sopesado los pros y contras de cada decisión, antes de decidir. Una vez que la cosa le parece buena, se lanza y a tirar palante, con sus consecuencias. De momento, las consecuencias, que comparte con Marijose, son algunos chirimoyos, limones, aguacates... come los tomates que cultiva, y las cebollas y los ajos. Aquello y aquellos son un remanso de equilibrio, o de TAO, como diría alguno. En fin, en medio de la Axarquía malagueña, un perchelero que reniega de la caótica Málaga, vive en una caravana. Ha tomado esa decisión, envidiable. Él ha decidido.

No sé si mandar a más de uno a la caravana de Miguel, a ver si les ayuda a tomar decisiones acertadas o, siquiera, a tomar decisiones. Quién sabe si con esa visita reflexionan y andan. Ya le preguntaré, a ver qué opina.

2 comentarios:

chikillo dijo...

Ohalá fuese como tu dices! Quizás haga falta que alguien lo escriba para darse cuenta de las cosas. De todas formas "la caravana" ya estaría bien si fuese un rincón libertario donde la sensatez, la utopía y la valentía se dieran la mano.
Me gusta tu blog.

Roberto dijo...

Pues que sepas, chikillo, que estoy de acuerdo con la sensatez y la valentía, pero con la calificación de utopía, en el sentido de imposibilidad, no: nada lógico, racional o/y sensato es imposible, es decir, utópico.
Miguel no trata de hacer escuela. Lo cual me parece muy ácrata, pero tira palante. Lo de Miguel no es algo que yo me haya inventado, es plausible y, además, ahí está, es real, existe -que una cosa es que me guste escribir y otra que sólo invente-.
Y gracias por lo que me dices de que te guste mi blog... puede venirme bien para seguir en él, que me encontraba paraíllo oyendo por la calle parabienes pero nadie lo mostraba por escrito en público... ni pa bien, ni pa mal. Vamos, que me sentía invisible.
Como oiríamos pronunciar a un árabe: shukran, shukran yhidan, yhidan, chikillo.